Que el título de este libro sea el nombre de una unidad militar,
The Peshawar Lancers, ya te da una idea del tono de la historia desde el principio. También las dedicatorias: a Harry Turtledove, gran hado madrino de las ucronías, a Poul Anderson, de las space operas, y a Kipling, de las historias coloniales.
Ahora todo junto: Los Lanceros de Peshawar es una historia de tono militar encuadrada en una ucronía en la que India tiene un papel fundamental, y con escenas de piratas en dirigibles (¿no escribió Poul Anderson algo por el estilo?). Y tiene princesas intrépidas, bravos capitanes, agiles científicas, una médium virginal, reyes/emperadores con los galones bien puestos, leales servidores, juramentos de sangre, trenes tomados al galope, emboscadas, adoradores del diablo, coches a vapor, ninjas (sí, también tiene ninjas), y por si te pierdes viene todo bien explicado en un apéndice.
El punto jambalaya (mejor que Jumbar, que me suena más indio) es la caída de un cometa que arrasa el hemisferio norte, pero especialmente Europa y Gran Bretaña, y provoca además un invierno que dura unos cuatro años. Sucede durante la administración de Disraeli, que decide por el bien del Imperio trasladar a los reyes y a la administración a India, donde se inicia el Angrezi Raj o Imperio Inglés, con sede en Delhi. Gran Bretaña queda inicialmente abandonada a su suerte, con unos cuantos caníbales (de los de huesos a través de la nariz) por única población.
La acción se sitúa unos 150 años más adelante, con el imperio inglés (o indio, que da igual que da lo mismo, porque en 150 años los nobles ingleses han adoptado las costumbres e incluso en parte el idioma hindí) como primera potencia mundial, y con los rusos adoradores del diablo (en un remedo de la administración stalinista) y ayudados por una serie de médiums que son capaces de ver el futuro, los japoneses con sede en China y con un imperio en guerra fría con el inglés en Asia, y el califato (con sede en Damasco) y el imperio francés (el imperillo, más bien) con sede en Argel que envía una misión al imperio inglés para desposar (qué bonito queda eso, desposar) una princesita inglesa que se llama Sita con un príncipe francés que no se llama Pe, sino Pierre Mohamed o algo por el estilo.
Pero los rusos, malos malosos y que para que quede claro adoran al diablo, no quieren dejar que pase tal cosa, y tratan de matar a todos ellos, pero por aquello de la economía, que hay crisis, tratan de cargarse al capitán Athelstane King, lancero de Peshawar, y capitán nada menos, porque la médium (que no se llama Alisondibuá, sino Yasmini) y la madre que parió a la médium, y así hasta un par de generaciones más atrás, han predicho que los Kings serán muy importantes en el desarrollo de los acontecimientos, como no podía ser de otra forma tratándose de los Kings de Roxin de toda la vida. Hay otra King, melliza de este King, llamada Cassandra Mary Effingham King—Ph.D., F.R.S., que también hay que cargársela, porque también es muy importante. Esta escribe papers y eso, pero no la muestran en el acto de hacerlo durante el libro. Una pena, porque también tiene su emoción.
En resumen, un libro de los de antes, con buenos-buenos y malos-malos, que te tiene en un ay no tanto por que no sabes si va a salvar el bueno a, bueno, todos los demás buenos y viceversa, sino cómo va a hacerlo. Además, el entorno está cuidado, poco desarrollado en algunos aspectos, pero en general bien llevado; toda la cultura y la política es plausible, y encaja bien con la acción. Así que este último libro del año se lleva un
4 de 5. ¿Que como acaba? Está claro: los King emigran a los USA y la llenan con su descencencia, se proclaman reyes con el nombre de King I (Da King) y montan una cadena de producción de reyes en serie llamada King's Kings, proveedores de reyes para las mejores casas reales del mundo. Es mentira. Pero sí es cierto que era otro de los libros que he metido esta navidad en el
Papyre, dispisitivo de compactación de equipaje donde los haya.