Me llegó
Tekkon kinkreet como regalo de navidad de
fernand0, después de añadirlo a la
lista de deseos por recomendación
de Boing Boing. Creo que es la novela gráfica más gorda que he leído, casi 600 páginas.
Y va de un par de chavales, posiblemente hermanos, Black and White, vagabundos en Treasure City. Y también de la propia ciudad, una ciudad que va cambiando con la llegada de una corporación que construye una torre de entretenimiento para niños, corporación cuyo delegado se llama nada menos que Serpiente (pero no Plssssken), tiene cara de máscara de teatro japonés y unos secuaces que no hablan en shintoísta y quieren acabar con Black & White.
Aparentemente, es la clásica lucha del bien con el mal. El bien es la dualidad, el zen, el equilibrio representado por Black y White, dos aspectos del todo que se complementan y se ayudan. Black es atrevido y agudo, White no tiene muchas luces, pero es perceptivo. Esta dualidad aparece en todo el libro: par contra impar (cuando B&W se enfrentan con alguien, normalmente lo hacen contra tres sicarios; cuando Black se enfrenta sólo, lo hace con dos sicarios), luz contra oscuridad (White representa a la luz, y la oscuridad le pone triste; Black es la oscuridad, y trata de enfrentarse contra la luz, y también contra sí mismo), masculino/femenino (los dos policías, uno de cada), adulto/infantil (los verdaderos enemigos de B&W son adultos, cuando pelean con gente de su edad acaban convirtiéndose en aliados); en resumen, un cómic de alto contenido simbólico.
No se puede hablar del cómic dejando de lado los aspectos visuales: mientras que en los cómics japoneses suele privar lo colosal y lo tecnológico, los
fondos de Matsumoto son ingenuos, con animalitos (tortugas, iguanas), máscaras, moais y una luna dibujada en la forma clásica de cara sonriente, y también abigarrados y barrocos, llenos de nombres, anuncios, gente vestida de la forma más diversa. También distorsiona la perspectiva en muchas viñetas, aumentando lo cercano y reduciendo lo más lejano como en los cuadros de Escher. En general, el tipo de dibujo se acerca más al
Incal de Moebius que a cosas como
Akira.
Sin embargo, me ha decepcionado un poco. Todo queda un poco difuminado, las metáforas a veces se entremezclan, y no se concretan nada los conflictos: los policías están un poco de adorno, los malos tampoco está claro qué es lo malo que hacen (aparte de darle pa'l pelo a unos cuantos, aunque éstos también reparten a gusto). Visualmente, por otro lado, es uno de los mejores que he leído. Así que será un
3 de 5.