2009-08-16 11:52
A pesar de sus pequeños defectos, se notaba que en
los Archivos de la Atrocidad, la novela anterior de esta serie, había
algo, sea la mezcla de historia
geek con el género del horror, sea el personaje de Bob Howard, sea el estilo, así que salté inmediatamente (cosa fácil con el
Papyre) a leer esta segunda parte, que comparte personajes (Bob y su novia, Mo, Pinky y Brains, sus compañeros de piso, Angleton, su jefe) y entorno (la Lavandería, un servicio secreto británico encargado de lo oculto, con toda la emoción del salvamento de la humanidad y todas las rutinas de una gran organización gubernamental), pero que tiene un tono totalmente diferente.
The Jennifer Morgue rinde homenaje, muy explícito, a las novelas y películas de Bond, hasta el punto que se podría considerar (sin ninguna vergüenza, además) un fanfic de las mismas. Usa los arquetipos con maestría, y los mezcla muy bien con el concepto del universo
Lavandería: el villano quiere rescatar a uno de los primordiales (que tiene de nombre código Jennifer Morgue), y subastarlo a los gobiernos mundiales, a lo que acuden diferentes servicios secretos para pujar; Bob va para pujar en nombre del gobierno de su Majestad, pero a la vez quiere evitar el despertar de esos horrores primigenios de los que estamos hablando, para lo que cuenta con la ayuda de La Chica: Ramona Random, una chica encantadora, y además encantada, y que representa a la Cámara Negra, el equivalente de la Lavandería en americano.
A partir de ahí, una sucesión de escenas de humor, amor, y aventura, conversaciones con esbirros encapuchados, escenas administrativas absurdas, conjuros hechos con un Palm Treo, hackeos diversos, y, en general, una novela muy divertida, que se complementa con un relato corto y un epílogo explicando el cánon bondiano.
En resumen, que Stross prometía, pero en esta novela, escrita en 2006, ya se muestra como un buen novelista, aunque es una pena que haya dejado de programar en Perl.
Etiquetas: era un Perl Monger, de veras, tiene frases irrepetibles, y usa un Smart