2009-10-17 12:04
Partiendo de la premisa de la desaparición de la civilización occidental a causa de una epidemia de peste,
Kim Stanley Robinson nos presenta en
The Years of Rice and Salt los mil años siguientes a través de las historias vitales de un
jati o grupo de almas ligadas a través de sus diferentes reencarnaciones.
¿Qué pasa con todas esas almas? Como requiere la lógica narrativa, se ven envueltas en todos los fregados: entre ellas están los descubridores, los conquistadores, los que descubren la gravedad, la datación por carbono 14, y en general, los Newtons, Lavoisier, Galileos y Graham Bells de nuestro mundo, sólo que son o bien musulmanes o bien budistas/taoistas/indios americanos y sus nombres empiezan por K, B o P (al reencarnarse, al parecer, se conserva la inicial; es el poco conocido
principio de conservación temporal de los acrónimos).
¿Todo ello resulta entretenido? A ratos, pero pocos. TYoRaS es un tochaco de muchas páginas, que ha estado a punto de gastar la batería del Papyre y que, demostrando una erudición considerable en la cosmogonía oriental y occidental y en las sutilezas de los sutras (o suras, o algo de eso) del corán, aburre como aburriría un libro de historia de la Birmania del siglo XVII. Dividido en 9 episodios (las sucesivas reencarnaciones, que no sé si le ha hecho alguien las cuentas, pero me da la impresión de que algunos se solapan), algunos son más entretenidos que otros, pero los dos últimos, que presentan un Nantes musulmán parecido a la república de Weimar y un San Francisco parecido, bueno, a San Francisco, a pesar de que desvelan el entramado de la novela (por aquello de que los protagonistas son profesores de historia, o estudian la historia y la influencia de las personas en la misma) son un ladrillo de los que sólo personas como KSR son capaces de pergeñar.
En resumen, que como ucronía, está curiosa, pero se hace laaaargo como el tiempo transcurrido entre dos reencarnaciones de tu jati. Una estrellita, y ni siquiera de las conocidas.
Etiquetas: mi jati, me la robaron, estando de romería, dónde estará mi bodhisatva