2009-12-28 11:47
Dos ciudades, Besźel y Ul Qoma, comparten el mismo espacio geográfico (son
topolganger), separadas por barreras culturales invisibles, siendo la pena para cualquier cruce de esa barrera la desaparición a cargo de un poder superior a las dos ciudades llamado
Breach. En una de las dos ciudades, Besźel, aparece un cadáver, y al inspector Tyador Borlú le toca investigar su muerte. En la investigación descubre la relación de la asesinada con la búsqueda de una tercera ciudad, Orciny, que puede o no tener algo que ver que
Breach: puede que sea su enemigo, puede que sea el propio
Breach.
El planteamiento, así a bote pronto, es absurdo. Sólo alguien de la habilidad de
China Miéville puede ser capaz de sacarlo adelante; pero lo consigue a duras penas. Sobre todo porque se esfuerza porque darle a todo un tono realista, sin hechizos ni tecnologías extraterrestres por medio, y eso implica que cada cierto tiempo tiene que plantear situaciones hipotéticas (qué pasa si un perro de Ul Qoma cruza a Besźel, qué pasa si alguien de Besźel se desmaya y su cabeza cae en Ul Qoma, qué ocurre si arde una casa que está mitad en una ciudad mitad en otra...) para conseguir que el lector siga creyéndose una situación que, cuando uno se para a pensar, sigue siendo totalmente absurda. Por ejemplo, en las zonas
cross-hatched, que no son
totales ni de una ciudad ni de otra, se pueden cruzar los ciudadanos y los coches de las dos ciudades, pero si hacen algún ademán de reconocimiento del otro estarían
violando la separación y
Breach se les echaría encima inmediatamente.
Puede que todo sea una gran broma, o un ejemplo en urbanismo-ficción, pero el autor se lo toma totalmente en serio. Coloca su ciudad y ciudad vagamente en los balcanes, y Besź (idioma de Besźel) parece húngaro, con el de Ul Qoma recordando más al albanés (se le llama ilitano, que recuerda a la raíz ilírica del albanés), aunque se dice que tienen los dos la misma raíz (raro, raro). El autor inventa nombres de ciudades, gobiernos (uno dictatorial-nacionalista y el otro nacionalista-democrático), un embargo por parte de los americanos (a los Ul-Qomeses), hasta los dominios de internet (.uq y .zb, no podía ser el .bz porque, sorprendentemente, es de Argelia). El homenaje a
Jan Morris en el prólogo puede que indique que la ciudad se inspira en Trieste, o bien en el también ficticio
Hav creado por la propia Jan Morris. Y lo cierto es que, aunque no se explica, la situación de la ciudad y la ciudad (nunca se habla de las dos ciudades) y la propia existencia de
Breach (¿brecha? ¿ruptura? ¿violación?) tienen su importancia en la resolución de la trama, que es absolutamente redonda.
Y lo cierto es que funciona bastante bien como metáfora, sobre todo de
Jerusalén, con líneas invisibles que separan a las dos comunidades y en la que la pena por cruzarlas puede ser, si no la desaparición, al menos el ostracismo (o puede que algo peor) por parte de las dos comunidades. Una calle puede ser la frontera entre un barrio judío y otro árabe, y el hecho de llevar un coche (Mitsubishi) u otro (Mazda) puede significar que eres de una u otra... y los crímenes
civiles que abarcan a las dos pueden ser complicados. Quien vive allí me cuenta que hay supermercados a los que no se va a comprar, calles que no se atraviesan, y cosas que no se hacen dependiendo de donde estés. Y para los extranjeros puede ser complicado; en esta novela, los turistas tienen que hacer un curso de 15 días antes de viajar a la ciudad.
Por eso, a pesar de que es bastante complicado
meterse en la novela, y de que no está a la altura de
Perdido Street Station, es una novela bastante aconsejable, con una imaginación considerable, y que me ha resultado bastante entretenida. Con mis agradecimientos a
PJorge, que me la regaló en la edición 2009 del potlatch blogosférico.
Etiquetas: unsee, grosstopically, no puedor