2009-12-29 10:36
El comisario griego Costas Jaritos anda por Estambul de tour con su esposa Adrianí; en un café se le acerca otra persona que, en griego, les pregunta si han visto a una anciana, conocida suya (y también griega), que ha desaparecido también camino de Estambul. Al contactar Costas con sus superiores, descubren que la anciana es la presunta asesina de su hermano, y que ha usado como arma del crimen una empanada de queso envenenada (como la manzana, pero peor para el colesterol). A partir de ahí el comisario va siguiendo la pista de las visitas y asesinatos de la anciana, que, a sus 92 años, va siempre por delante de la policía griega y turca.
La serie de crímenes tiene su importancia, pero lo que más destaca es el relato costumbrista de los turistas griegos, del policía turco y su familia, pero sobre todo el de una comunidad en vías de desaparición, los griegos nativos de Turquía, que, reducidos sólo a Estambul, van muriendo de muerte natural, y sus familias asimiladas en la sociedad turca. El contraste entre las costumbres griegas, turcas y grecoturcas por un lado, y el de los nombres de los lugares griego y turco hacen un efecto similar al de
La ciudad y la ciudad. De hecho, junto con las otras novelas de crímenes del arco mediterráneo que vengo leyendo últimamente, es una de las cosas que tiene en común: el costumbrismo, la combinación de la lucha contra el crimen y la lucha cotidiana con la familia y los compañeros, la comida, la bebida, el humor socarón (que le falta a The city and the city, que es más balcánica), todo eso hace de este libro una novela entrañable, entretenida, y que recomiendo. El libro es reciente, y tenéis
otra reseña por aquí.
Por cierto, que es el
segundo de los libros prestados por
Cristina. Ya solo me quedan tres.
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