2010-02-19 17:15
Estamos en 2009, y esperamos con impaciencia la llegada de la mañana en que Lost está disponible en tu programa de descarga favorita, con o sin subtítulos de Lostzilla. Antes de ver el capítulo, nos preguntamos: ¿Lograrán escapar de la isla? ¿Estarán muertos o vivos? ¿Estarán dentro de Matrix? ¿Será un sueño del perro de Vincent? ¿
Ben es malo, es bueno, o es en realidad el abad del convento donde ingresó
Desmond?
Y después de leerlo, nos seguimos preguntado lo mismo, pero además: ¿El
libro que está leyendo el vendedor del puesto de palomitas en el que compra alguien que podría ser pero en realidad no es la prima segunda de Sun es "La Ilíada" o "Harry Potter y la madre que parió a Voldemort"?
Flashforward dos años hacia el futuro. Ché, quieto parao, no te pases del año 2010. La isla ya parece la estación de metro de Picadilly, de tanta gente que viene, que va, que vuelve, y no le cambia más que el peinado (ese Lapidus...). Los números chungos siguen siendo chungos, los muertos viven, los vivos se mueren, luego vuelven a vivir, luego nacen. Sale un álbum de
Geronimo Jackson, y Michael no vuelve a aparecer.
Flash hacia el lado, según se escupe, a la derecha. Hay muchas series en el mundo. Infinitas, casi. Unas buenas, otras malas, algunas se ajustan al canon friki, y otras no. Acaban con un giro de guión inesperado, te dejan con una sonrisa en los labios, te reconcilian con el género humano. No necesitan que las analices fotograma a fotograma, sigas la red compleja y cada vez más tupida que une personajes y episodios y situaciones y objetos y todo lo demás. No necesitan dos páginas de "¿te habías dado cuenta de que?", otras dos de "nuevos enigmas que están sin explicar" y otras dos más de recapitulación de lo que has visto dos años y pico antes. Y, lo que es más, proporcionan una mayor cantidad de entrenimiento intrínseco por fotograma. No repetición de cosas que ya has visto, desde otro punto de vista.
Flashback cinco años hacia atrás. En la pizarra en blanco de Perdidos iban apareciendo grandes personajes, cada uno con su ethos y su pathos (y Hurley con doble de todo, más pepinillos). Los personajes se van desarrollando, van creciendo. Van descubriendo su destino, van aumentando su karma. Eso dura un tiempo, unas docenas de episodios.
Flash tan palante que me deja un poco mareado. Llega un momento que los personajes no tienen nada más que decir. Se van paseando por los escenarios y siguen haciendo cosas inexplicables, algunas de las cuales explicarán más adelante, la mayoría posiblemente no. Pero es que ya me trae sin cuidado. Si una serie necesita viajes en el tiempo en más direcciones que las propias dimensiones que le espacio de
Minkowski para explicar lo que pasa, al final puede ocurrir cualquier cosa. Saldrá un
conejo blanco de una chistera, y todos diremos... anda qué joíos. Pues ¿no resulta que en realidad Claire era Jack que viajó al futuro, se cambió de sexo, y se quedó embarazada de sí misma?
Pero, sobre todo, es que son 19 episodios los que me quedan por ver. Y hay un mundo entero ahí fuera. Demasiado trabajo.
Ya podéis contarme spoilers, decirme lo bien que se pone a partir del 7º episodio, lo que sea. Me parece que no voy a volver. Que os aproveche.
Etiquetas: lost, perdidos, salvados por la pastilla roja, el humo negro no es que se le haya quemado a Hurley el burrito