2010-06-02 18:41
Ese
afán por la repetición en Estambul se manifiesta en los elementos más característicos de la ciudad. Uno de ellos son los
mosaicos de Izmik, que repiten hasta la saciedad patrones laberínticos, y que a su vez se repiten en tumbas, mezquitas y
en casas (en su versión super cien). Pero no sólo eso. También las tiendas, y todos los establecimientos comerciales. Tanto en el bazar como fuera, la zona de las
tiendas de pipas y fundas para las mismas tiene de eso a montones, mientras que la de
arandelas puede tener cincuenta tiendas de todo tipo de arandelas. Todo eso facilita mucho la compra, siempre que salgas una tarde a comprar sólo arandelas, o pipas. Ahora, si quieres comprar juguetes, zapatos y unas bolsitas de té, vas a tener que andar un poquitín más.
Y una vez comprado, se repite una vez más el ritual iterativo de convergencia a un precio justo que satisfaga al ego del comprador sin dejar al vendedor sin sus justos beneficios. Lo que puede extenderse mucho, o nada. Por ejemplo, puedes ofrecerle al vendedor la mitad del precio indicado, y puede mandarte a tomar por saco o decirte "Por ese precio no compras ni un periódico". Así que apaga y vámonos.
El regateo es, por tanto, una de las bellas artes y como tal debe saberse usar. Puedes conseguir una camiseta de 25 liras por 15, pero también puedes no conseguir lo que te ha gustado. Pero no hay que preocuparse, porque a la vuelta de la esquina volverás a encontrarte lo mismo. Unas mil veces.
Etiquetas: regateo, vendiendo, comprando, iterando, bucles cuasi-infinitos, optimización compratoria