Atalaya: desde la tela de araña

2010-06-27 10:26 Quizás todavía no me había enterado del resultado del Madrid-Barça porque no había suficientes españoles en la cola. Aunque los tenía a todos localizados. Es una habilidad que se desarrolla cuando uno viaja: conviene estar rodeado de gente de tu país, porque si no lo estás es posible que hayas llegado demasiado tarde o estés en la cola que no debes. Afortunadamente, los españoles son fáciles de identificar, porque hablan. Los noruegos deben tenerlo más difícil (aparte de que son menos). ¿Llevas los pasaportes a mano? Sí ¿Podremos colar el agua? A saber ¿Puedes llevar tú un rato el kilim, que a mi me está pesando más de la cuenta? Vale.
Yo pensaba que los kilims serían algo así como las ensaimadas en Mallorca, que todo el mundo compra una. Pero no. En Estambul una de cada dos tiendas en la zona turística vende kilims. Yo no sabría muy bien qué hacer con ellos ni para traérmelo, ni, de hecho, una vez que llegara a casa. Tienen pinta de ser poco sufridos, no como los que soportan las colas de los aeropuertos (artículo que no te puedes llevar a casa, salvo que lo traigas ya).
Al menos uno tiene un mini-tetrabrik de leche canela-limón de la prestigiosa marca Hacendado que te hace soportar la espera. Aunque tomarse dos antes de las seis de la mañana por no tener que tirarlos a la basura (es conocida la tendencia del terrorismo internacional a introducir explosivos en tetrabriks cerrados del Mercadona) quizás sea excesivo.
Etiquetas: kilim güenos, oiga, qué no comprar en Estambul y por qué, sincronizándose de noticias