2003-04-01 20:28
No es que sea yo un gran amigo de las
metáforas, pero a veces son inevitables, como el caso de la Internet, que es lo que nos ocupa. Las metáforas son imágenes que usamos para explicar algo o para referirnos a algo, sobre todo para alguien que no está metido en el tema, o forman parte subconsciente del vocabulario, que asumimos casi sin darnos cuenta, sobre todo si se refiere a algo que tiene un uso diario.
Por ejemplo, el coche. Al principio, el coche era un objeto de ostentación social pero también, al referirnos a él, se ha convertido en una forma de transporte, una herramienta de trabajo, un elemento de liberación sexual, un segundo cuarto de estar para las familias (lo que se plasmó cuando salieron los monovolúmenes), una denostada señal de nuestra dependencia del petróleo. A veces, un coche es alguna de esas cosas, todas, y a veces muchas más.
La internet, a pesar de que básicamente ha sido la misma en los últimos 30 años (salvo por la velocidad, los protocolos son los mismos, y todavía se puede enviar correo usando UUCP si te apetece, como hace 30 años), ha ido evolucionando en su percepción y en su vocabulario.
Al principio, de hecho, la internet ni existía. Existía el correo electrónico; "estar en la internet" significaba tener correo electrónico; pero claro, cuando uno se metía en un programa de correo (tal como el EAN, que usaba yo en sus tiempos en ordenadores VAX) era un programa como cualquier otro, sólo que te permitía enviar correo.
Cuando empezó a usarse el Gopher, ftp y telnet, ya sí parecía que la internet era algo que "estaba ahí", encontrabas cosas "en la internet", pero aún así, era algo que "estaba ahí fuera", aunque, evidentemente, uno estaba dentro. Quizás lo que ocurría es que se percibía la internet como algo fragmentario: un servidor gopher por aquí, un servidor ftp por allí, cada uno con su programita; otro de correo electrónico...
La web, entre otras muchas cosas, dio una imagen unificada de todos los recursos accesibles en Internet: cada recurso tiene un URL, y puedes acceder a él y usarlo, siempre que tengas el cliente adecuado; el navegador, cuya primera versión popular fue el Mosaic, suplantó a la Internet en la percepción de mucha gente. La internet no existía, existía el Mosaic; "he encontrado esto en el mosaic".
Esa imagen persiste: mucha gente no habla de internet, sino del explorer, pero, aún así, la imagen una vez más ha evolucionado. Con la conexión permanente, en el trabajo o usando banda ancha en casa, a la gente le parece que "está" en la Internet, que la internet es un lugar, un espacio en el cual puedes chatear, mandar mensajes, bajarte cosas usando clientes de redes P2P como el eDonkey o similar. El hecho de que en los programas de chat o de mensajería instantánea aparezca una lista de la gente que está conectada en un momento determinado, nos hace percibir al resto de la gente como presentes físicamente en un sitio físico; decimos "me encontré con nosequién en nosecuál canal de chat" como quien dice "me lo encontré en el bar Tolo". La comunicación es además multicanal; puedes estar viendo como una persona actualiza su bitácora (te das cuenta porque acaba de mandar una historia que antes no estaba), está en un canal de chat, y a la vez tiene puesto algún programa de mensajería, y te está mandando mensajes. No puedes evitar pensar que "está ahí".
Puede que la imagen cambie una vez más; la Internet se está empezando a usar en dispositivos móviles (de forma casi inconsciente, el WAP está volviendo, con disimulo, pero para quedarse), y uno puede, mediante el móvil, mandar una foto o un video por correo electrónico, comprar cosas, mandar mensajes y hablar, todo a la vez; la persona o personas con la que está conectado, con un poco de poder de evocación, pueden tener la impresión de que están allí. La internet ya no es un sitio, sino algo que lleva uno encima; es una prenda de vestir. "¿Llevas la Internet?", podrán preguntar en un futuro cercano, como a quien le dicen si lleva el móvil encendido o no.
Y quizás, en un futuro más lejano, cuando la web semántica se convierta en realidad, y haya más bots que personas, la Internet sea un compañero, quizás un amigo. La frase clave será entonces "Me voy con la Internet, tú te quedas con los niños".