2010-07-25 17:34
Por consiguiente, en Barcelona también hay de todo.
hay absenta, hay Gaudí, y hay Jamboree. Hay chocolaterías a puñados. Hay granjas, pero esta vez no he visto más que una y de refilón. Hay librerías en cada esquina. No hay demasiados Starbucks, pero a cambio hay diversas cadenas de cafeterías locales, como
Laie, donde puedes disfrutar café a un precio bastante razonable. El primer libro que te saluda cuando
entras en la página web de la cafetería-librería es precisamente
Les Ciutats Creatives, de Richard Florida. Sólo a una ciudad creativa se le puede ocurrir sistemas como el de
Bicing, que te permite tomar una bicicleta en alguno de los aparcamientos que hay por toda la ciudad y dejarla en otro. Si se hubiera quedado la cosa ahí, la gente iría en bici lo que en Granada: poco. Pero es que además hay carriles bicis, aceras asfaltadas que permiten rodar más fácilmente.
No sé si ése será
el poder de Barcelona, o lo será el Paseo de Gracia, los niños que lloran, o la flor de las Ramblas, pero el sólo hecho de que exista algo tan insólito como la
rumba catalana (¿alguien se imagina una sardana sevillana?) indica que desde abajo o desde arriba hay soluciones imaginativas a los problemas cotidianos.
Como las dio Gaudí. En casi cualquier ciudad monumental los monumentos están hechos por y para el poder, religioso o financiero. En Barcelona los grandes monumentos han hechos para que los visite la gente (en la exposición universal), sufragados por la misma (la Sagrada Familia, o Santa María del Mar, hecha precisamente con el sudor de los estibadores y otros gremios) o para que la gente viva en ellos, como todas las casas modernistas, incluyendo las de Gaudí.
Etiquetas: ya salió gaudí, pero queda algo, um, no recuerdo qué