2010-08-04 13:28
Los directores de cine islandeses son una especie rara, mucho más que las cantantes islandesas o los salmones islandeses (o las ballenas gracias a los islandeses, pero esa es otra historia). Imaginaros que Granada, junto con parte del área metropolitana (la parte sur, pongamos) fuera un país independiente, con su propio lenguaje. ¿Cuántos querrían ir a ver una película hecha en granaíno que sólo entendieran los granaínos, y si acaso estuviera subtitulada en malagueño y en turdetano? Pocos, imagino.
Siendo un mercado tan pequeño, sin embargo las pocas películas que hacen suelen ser bastante buenas. Como las que nos trae esta crónica: Myrin, o las Marismas, que en inglés se titula
Jar City por una escena perturbadora, más o menos a la mitad de la película.
La trama de la película es bastante fiel a
la novela; elimina una subtrama que no viene mucho a cuento, pero tanto la historia del crimen como la de la relación de Erlendur con su hija queda intacta. Pero la trama no es lo más complicado: lo difícil es reflejar a la propia Islandia. Aquí aparece como un inhóspito país de suburbios, con carreteras que transcurren por paisajes yermos, cielos grises y vientos incansables. Reykjavik es una colina con montañas nevadas al fondo; las casas son pequeñas, abigarradas pero acogedoras.
La película tiene
excelentes críticas, pero a mi me ha llegado el DVD a través de mi amigo islandés. Y ya iba siendo hora de que la viera, ¿no?
Por cierto, que tengo por ahí
101 Reykjavik... a ver si puedo verla antes de irme. Con Victoria Abril, nada menos.
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