2003-04-03 16:12
Las batallas modernas resultan muy caras, GI Joe siempre está dando la vara, GI Joe, Def Con Dos
¿Y qué industria es la que tiene dinero para financiar esas batallas? Pues Hollywood y la industria del entretenimiento, claro. Lo que ocurre es que ahora no se financia directamente, sino indirectamente, a través de lo que le pagan a personas que escriben libros sobre batallas famosas, como la que inspiró
Blackhawk Down. Así que en esta Atalaya, siempre atentos a la economía, proponemos nuevas formas de financiación de las guerras.
Una de ellas puede ser el posicionamiento de productos. Y no estoy hablando de la que hacen los fabricantes de cascos, botas chirucas y camisetas sudables, que eso ya lo hacen, sino la de los fabricantes de tabaco, chocolatinas. Una guerra es un gran evento mediático, y la imagen de un marine ofreciendo un chicle Wrigley, por ejemplo, a un agradecido niño, puede presentar una visión positiva de la chocolatina y sus cualidades alimenticias. Cada vez que se reparta un saco de ayuda humanitaria, que sea arroz SOS, y luego se enseña a los refugiados con la barriga llena y eructando satisfechos.
Tampoco entiendo como no se ha pensado en el patrocinio de productos. En un portaviones se puede poner una pancarta de cientos de metros con el logotipo de Sony, y en un Hummer caben un par de anuncios, uno por lado. Las bombas es mejor no patrocinarlas, porque al fin y al cabo, a quienes bombardean son futuros consumidores, pero bueno, al final da igual, porque las bombas se rompen antes de hacer pupa, y no se va a ver el logotipo.
Pero de donde puede venir una fuente mayor de ingresos es por financiación directa de alguna acción. Por ejemplo, el
rescate de la private, first class, Jessica Lynch, podría haber estado financiado directamente por alguna gran industria audiovisual, que a base de unos cuantos millones de dólares de adelanto sobre los derechos de autor de la película que se va a hacer en el próximo año, han vencido su inicial renuencia a arriesgar la vida de unas cuantas personas. A los prisioneros iraquíes tomados, al parecer, les han ofrecido inmediatamente un puesto de extra en la misma. Es más, es posible que eso haya posibilitado un rescate (no demasiado) cruento. Ahora mismo, Joel Schumacher y Ridley Scott están quemando los teléfonos del estudio, pidiendo po favó, po favó, que le dejen a él dirigir la película.
Son sólo unas cuantas reflexiones irónicas sobre el tema, que espero que no le molesten a nadie.