2010-12-23 18:06
Las
nubes no tienen olor, eso lo tenemos claro, como también que igual que van, vienen y que pueden
desaparecer en un santiamén, dejándonos para empezar sin su servicio y para seguir con todo lo que tuviéramos en ella.
Puede que lo que tengamos sean solo
un montón de enlaces cuya razón de ser olvidamos antes siquiera de que existiera Google Mail, o
unas páginas llenas de GIFs animados, contadores y libros de visitas. Pero también puede que sean las fotos de toda nuestra vida, o las presentaciones que hemos ido acumulando durante muchos años, o los documentos que hemos elaborado colaborativamente.
Según hemos ido trasladando trabajo y datos a la
nube hemos ido apreciando sus cualidades: su ubicuidad, su facilidad de uso, su independencia de cualquier sistema operativo, sea propietario o libre. Pero también nos hemos ido olvidando de que cualquier aplicación es, obligatoriamente, efímera. Desaparecerá porque deje de interesarle a la empresa que lo creó, como
delicious, o porque desaparezca la propia empresa, o porque un día lo que se consideraba gratuito de repente es premium, o por miles de razones más. Pero ten por seguro que desaparecerá.
Por tanto, conviene tener un plan B. No te preguntes dentro de tres años cómo descargar tus 9 gigas de correo de GMail, o tus 40 gigas de fotos de PicasaWeb, o tus 800 gigas de Amazon S3. Pregúntatelo ahora. Ten siempre un plan B, y revísalo periódicamente.
Porque
Nube
blanca,
que vas tan sola en el cielo
y tan alta,
junto a la luna
de plata,
vendrás a parar
mañana,
igual que mi amor,
en agua,
en agua del mar
amarga.
Etiquetas: venga, que los discos duros van baratos, y en un cajón te caben un montón, y el papel amarillea pero dura