2010-12-25 12:54
Alexia Tarabotti no tiene alma, pero no va por ahí presumiendo de ello. Entre otras cosas, porque le sirve para protegerse de hombres lobo y vampiros, gente de la noche con exceso de alma y a los que puede neutralizar por el contacto de su piel. Lo que puede ser fastidiado si tienes a un vampiro cargando en tu dirección, pero para eso precisamente está el parasol que le da título a toda la serie.
Y lo peor no son los vampiros, hombres lobo y otras criaturas sin tanto exceso de alma que tratan, con la mejor de las intenciones, de acabar con ellos, sino que todo hay que hacerlo sin romper las normas estrictas del Londres victoriano; un Londres que ha aceptado a los seres anteriores en su sociedad, a diferencia de los puritanos americanos. Del resto del mundo no se habla, por lo pronto, pero seguro que acabará apareciendo en el
resto de los libros de la serie.
La autora ha hecho un esfuerzo considerable en crear un mundo coherente y cuyas contradicciones dan lugar a situaciones chocantes y divertidas; la relación entre las diferentes criaturas de la noche, su sicología y su sociobiología se explican cuando es necesario, sin que cante demasiado el uso de personajes descriptivos.
Lo que me sobra de todo el libro son las escenas
softcore en las que se enfrenta la protagonista con miembros de otro sexo; son demasiado largas, y tras la noveda inicial relacionada con las diferencias culturales, tampoco aportan demasiado. Son largas, les falta ritmo, algo que a veces se contagia a otras escenas. Una pena, porque las bases de la novela son sólidas, los personajes también, la acción no falta, pero si falla el ritmo, acaba por lastrar un poco todo el conjunto.
Es algo que imagino que mejorará en el resto de la serie; este es el primer libro y también el debut de
la autora, así que la seguiremos leyendo, en
Papyre o como sea.
Leyendo alguna de las
otras reseñas me da la impresión de que no acabo de ser el público objetivo de este libro, pero en fin, ¿qué más da?