2011-06-29 17:18
A causa de una novela que se publicará próximamente por
Grupo AJEC, uno de los temas que iba buscando en este viaje era la implantación de
la masonería en Cuba. Como en el caso de muchos, si no la mayoría, de los héroes de la independencia del siglo XIX,
José Martí era masón, como
también lo era Céspedes.
Sin embargo, habiéndolo sido también Prim y tantos otros padres de la patria españoles, uno no va por la calle encontrándose
el letrero que anuncia una logia como quien anuncia la cámara de comercio o el colegio de peritos agrónomos. Cosa que sí sucede en Cuba.
Cabría pensar que precisamente por tratarse de un gobierno totalitario tratan de evitar este tipo de sociedades que puedan crear un poder alternativo o conspirar y organizarse de espaldas al mismo. Quizás por eso la masonería en Cuba ha salido del armario y se muestra claramente en lugares de trabajo o en las calles principales de las ciudades; pregunta a cualquier cubano y te hablará de compañeros que son o familiares que fueron masones.
Curiosamente, también, no sólo hay logias de francmasones del rito escocés, sino también de los llamados
Odd Fellows o ofelistas, en cubano relajado, a quienes me encontré por primera vez en Islandia (y por cuya casa, unida al parlamento islandés por un túnel, escaparon los parlamentarios cuando su edificio era asediado por los manifestantes). Y es curioso porque parece una organización de ayuda mutua de principios más religiosos que la masonería, que es laica.
En cualquier caso, no encontré tanto como para organizar una ruta de la masonería por La Habana, pero sí conseguí unas cuantas, y curiosas, fotos.