2011-10-29 18:20
Después del
empacho de calamares a la londinense tenía ganas de algo ligerito, y qué más ligero en peso y en bagajes que
este librito que había sido disfrutado por el segmento más joven de la familia.
Aparentemente, un libro de fantasía urbana con ciertos tintes góticos, por aquello de la situación a finales del siglo XIX, incluso
steampunk si me apuras, Edimburgo, ciudad industrial, un niño al que le ponen un reloj en el corazón para que funcione... ¡Y aparece Méliés, el inventor del cine!
Bueno, pues no; este libro, como casi todos los que uno acaba soportando, ha sido víctima del síndrome de las falsas expectativas. El libro está dirigido, precisamente, al segmento que lo leyó previamente, eso que se llama "jóvenes adultos" en tierras sajonas y que aquí se llama la generación Tuenti o así. Situado ahí, es un libro digno, entretenido a ratos, pero al que le falta ese punto inesperado o sorprendente que nos gusta más a partir de ciertas edades. Y tiene anacronismos y errores a espuertas, porque encima sitúa gran parte de la acción en Granada, una Granada inventada que no sale del nivel de tópico y que está a 100 kms de Marbella, es decir, o a Marbella se la han traído a la altura de la salida de las Pedrizas o se han llevado a Granada a Loja.
Es que para escribir para adultos hay que informarse, hombre, que consultar Google Maps es gratis.
Etiquetas: adolescentes, ya, librillos intrascendentes, más gaiman y menos malzieu