2012-01-03 19:33
Lo que uno debe de tener claro cuando empieza con
Canción de Hielo y Fuego es que no le va a quedar otro remedio que terminarlo. No sé si esto es independiente de la calidad, pero es una saga que se desarrolla a lo largo de los (al parecer) siete libros. Con lo que abre la primera página de
Juego de Tronos y prepárate a conocer a los lobos huargos como Rodríguez de la Fuente, a los dothrakis como un reportero de National Geographic, y los mapas de Westeros como el hombre del tiempo el mapa de España. Aunque en este caso, en vez de sol y buen tiempo, diría aquello de "Invierno, peleas y matanzas en todos lados".
Cuando llega uno a este
segundo libro, aprende desde el principio dos cosas. La primera es que la serie de espada y brujería empieza a ser realmente de lo segundo, aunque no lo pareciera en el primer libro. La segunda es que George R. R. Martin tendría que haber hecho un pequeño curso en economía, porque no se tiene demasiado claro la prima de riesgo de Desembarco del Rey por dónde andaría (siendo esta, por supuesto, la diferencia entre el interés pagado por los bonos soberanos de Qarth y los propios).
Pero bueno, economía colapsada aparte, el libro es bastante entretenido. No voy ni siquiera a intentar resumir 900 páginas en un párrafo. Bueno, sí. Dan ostias como panes y hay gente mala, malísima, buena, buenísima. Y el
Tyrion Lannister es más listo que el hambre. Después de sacar por oposición el puesto de Mano (y con número uno tras el fallecimiento del resto de los opositores) viste
Desembarco del Rey de Constantinopla y hace de la desembocadura del Aguas Negras una especie de
Cuerno de Oro, y no puedo decir más porque revelaría parte de la trama.
En realidad, la principal historia de este libro gira alrededor de ese personaje, al que, putero y todo, uno acaba tomándo cariño; a él le tocan más capítulos que a ningún otro, y si añadimos los de Sansa, que también se encuentra por allí, vemos que en realidad esta es la trama principal, y realmente una de las que se resuelve.
Lo que ocurre es que el resto de las historias, aunque no terminan, se mantienen vivas por sí solas. Los personajes van creciendo, van aprendiendo de sí mismos, y van desarrollando su personalidad. La separación es uno de los temas, pero también la familia, y por supuesto la vida. La religión empieza a tener su importancia, y se dedica tiempo a delinear las diferentes religiones y los conflictos que surgen entre ellas. Uno de los conflictos es el motor de las tramas; el choque de reyes es también un choque entre religiones, quizás más que cualquier otra cosa. El hecho de que una sea monoteísta y otra politeísta es, una vez más, un paralelismo entre el conflicto que aquí aparece y la guerra entre bizantinos y otomanos. Es de imaginar que el desenlace de la misma sea también esencial para el resto de la historia, los cinco libros.
En las series se sube y se baja, pero éste no desmerece a primero. Quizás es menos resolutivo y más de transición, pero no decepciona. Hasta el punto que ando ya buscando el tercero. Y, por supuesto, agradezco a Nacho el préstamo (
Fergu me lo prestó, pero me retiró el préstamo cuando no lo leí a tiempo).