2012-04-14 19:17
Una vez más préstamo de Nacho, este cuarto
libro de la serie Canción de Hielo y Fuego parte geográficamente la acción, centrándola en una serie de personajes y dejando a otros como Tyrion y Bran, dos de los más interesantes, para el número siguiente de la serie.
Y ¿qué pasa? Bueno, pues como en el anterior, pero más. Dan hostias como panes, hay traiciones diversas e historias antiguas que, la verdad, tienen un interés relativamente pequeño. Mientras que en
Tormenta de Espadas se hace énfasis en las relaciones familiares, aquí las mujeres son las principales protagonistas: Arya, Sansa, Cersei, Asha, Brienne... en los dos primeros casos son personas que van creciendo y, a la vez, dejando atraz la niñez; Cersei trata de evitar su destino, Asha busca superar las posibilidades que le ofrecen a las mujeres entre los Hombers del Hierro, y Brienne, leal como siempre, trata de cumplir las promesas que le ha hecho a demasiada gente.
Los temas son los mismos que el resto de la serie: el respeto a los juramentos, la redención y superación de los pecados pasados, y el poder. Pero quizás la lección principal es la fragilidad del mismo: el poder absoluto no existe. Y menos en un mundo con (poca, pero decisiva) magia.
Por otro lado, el libro no hay que entenderlo, como ninguno de los otros, sino como un conjunto de capítulos de una saga a la que le queda mucho por resolver. Deja demasiados
cliffhangers y en realidad resuelve relativamente poco. Algunos personajes llevan incluso varios tomos totalmente perdidos.
Todo esto le suma ansiedad más que restarle disfrute a la serie. Es una serie merecidamente famosa, y sólo espero que al autor le dé tiempo a terminarla enterita, los 7 tomos.
Etiquetas: libracos, espadas, armaduras, y muchos cuervos