2012-07-08 09:21
Siempre fastidia leer algo que desarrolla una idea que se te había ocurrido a ti.
Weep for Day de Indrapramit Das, se desarrolla en un planeta que siempre presenta la misma cara a su sol, y en el que, por lo tanto, sólo se puede desarrollar la vida en una pequeña zona de penumbra. El principal conflicto es familiar (entre una chica y su hermano) y mundial (la invasión de la zona y la principal especie inteligente que allí vive), pero detrás de un ambiente bien desarrollado hay poca historia. Siempre alivia tambień ver que no está totalmente agotado el tema.
El resto del
número incluye tres novelas cortas y cuator historias breves. Cada una tiene algo interesante:
Beautiful Boys, por su forma de introducir ciencia-ficción en una historia cotidiana,
View through the window por la reinterpretación de la historia de Hitchcock,
Starsong por la proyección al futuro de una ucronía con orientales y mayas, y
Stamps, por su surrealismo contando una historia en la que un funcionario arcturiano de misión (camuflada) en la Tierra la salva coleccionando sellos.
En cuanto a las novelas cortas,
Joining the High Flyers de Ian Creasey cuenta la historia de un antiguo atleta que se une a una tribu de personas con alas. Lo interesante es como le da forma a las diferentes culturas creadas por diferentes tipos de modificaciones corporales, un mundo que puede dar mucho juego. De
The Bernouilli war, que cuenta, creo, la guerra entre dos inteligencias artificiales a la vez que la lucha entre las cigarras y las hormigas, me gusta el lenguaje informático y palabras nuevas que chocan al principio pero acaban entendiéndose (lo que tiene mérito en una novela corta). Y, finalmente, la historia de náufrago estelar con tonos religiosos de
Heaven's touch, de Jason Sanford, tiene también su gracia.
En resumen, que a pesar de ser, como
suele ser habitual últimamente, un número sin estrellas (sólo
Ian Creasey me suena, y sólo de las páginas de Asimov's), es una buena lectura veraniega (y, para el caso, para todo el año).
Etiquetas: ci fi, no ha muerto, estaba de parranda