2012-07-13 08:06
Del género policial geolocalizado,
Leonardo Padura nos lleva a la Habana de finales de los 80, donde el policía
Mario Conde (sí, nombre de delincuente de guante blanco) trata de resolver la desaparición de un antiguo compañero del Preuniversitario, a la sazón cuadro del partido a cargo de una empresa pública.
Este es el primer libro de la
serie de Mario Conde, y es por tanto donde conocemos al personaje y a su entorno, sus compañeros del Pre, sobre todo, que van apareciendo por la investigación policial; el Flaco, un herido de guerra, "que ya no es flaco", el Conejo, el propio Rafael Morín, desaparecido, Tamara, una
jimagua de la que todos estaban enamorados pero fue Morín el único que se la
templó, ganadores y perdedores del régimen cubano, trepas y rebeldes. El mismo desaparecido aparece como una excelente persona para todo su entorno lo que, dado lo que Mario Conde conoce de él, le parece altamente sospechoso.
La novela no se desvía demasiado del canon genérico: vamos conociendo, a través de interrogatorios y de los procedimientos policiales, qué llevó al (posible) crimen, pero como es también tradicional, las visitas a diferentes barrios de la Habana y los interrogatorios nos van descubriendo las desigualdades y tensiones sociales, los ritmos y las ausencias de la Cuba de finales de los 80, al borde de la caída del telón de acero, que es germen de la actual. Tambien nos revela la ciudad, paseando por el Prado, el parque Central, en barrio de las Víboras, donde Conde hizo el Pre, y tantos otros sitios.
En resumen, un libro muy interesante casi desde cualquier punto de vista. Ya me he empezado el siguiente de la serie, Vientos de Cuaresma, de hecho.
Etiquetas: cuba, la habana, policiales, género negro