2012-08-14 11:22
Efectivamente, ayer me salté la
Atalaya diaria. No es casual. Según avanzan las vacaciones, la desidia, la pereza, la holgazanería, y el mero despiste se acumulan sobre lo que se puede llamar técnicamente aplatanamiento.
No sé a qué se debe, pero a estas alturas estoy seguro de que los dinosaurios se extinguieron por tener vacaciones de tres meses. Al final de las mismas ya no sabían qué hacer con su cuerpo, así que simplemente se dejaron morir. En las vacaciones, día a día, vas dejando de hacer cosas: de levantarte a una hora fija (y de acostarte a una hora fija, claro), de ir a la playa, de ir a la piscina, de leer, de tomarte una cervecita a mediodía... finalmente eres una masa de ausencia de pulsiones, incapaz no sólo de levantarte, sino también de acostarte.
Por supuesto, tal estado es el zen, que es la ausencia de todo deseo. Las vacaciones, en ese momento, pueden decir: misión cumplida. Lo conseguimos.
Y entonces es cuando se acaban.