2012-11-27 21:16
Los cómics de superhéroes no tienen prácticamente ninguna enjundia. Se trata de ir por ahí en leotardos (y las chicas en indumentarias que harían sonrojarse a lectores avezados de catálogos de Victoria's Secret) y repartir hostias a troche y moche. Los deus ex machina van de suyo. Para empezar, es que hay seres superpoderosos como
Galactus, El Vigilante o gente por el estilo que llegan y montan el pifostio o lo desmontan. Para seguir, es que no importa que seres mucho menos poderosos que ellos se líen a guantás: al final siempre ganan los buenos.
La
Patrulla X, si acaso, está un poco por encima de la media. Esa identidad mutante que les caracteriza, la integración/segregación, las relaciones profesor-alumno, madre-hija o padre-hijo, todo eso, se mezclan en unas historias que vienen siendo entretenidas. Además, en este libro el principal conflicto es precisamente la pérdida de esos poderes mutantes (de todos salvo los que importan, claro) y la elevación de
Pícara, un personaje muy interesante y bastante infrautilizado, a líder de una patrulla móvil, femenina pero que, como de costumbre, da hostias como panes.
El tocho este incluye varios arcos argumentales en los que los mutantes se enfrentan con diferentes amenazas, unas de ellas unos mendas super-evolucionados a los que, al final, les dan pal pelo. Pero no importa el final predecible: el dibujo de Chris Bachalo es dinámico y muy bueno, los personajes se hacen más o menos entrañables (aunque echo de menos que salga más
Lobezno y se crea un nuevo status quo que, seguramente, será puesto en duda en la siguiente iteración. En resumen: para aficionados, aunque como introducción al grupo es mejor ceñirse a los episodios de Byrne, de Claremont o cualquiera de esos clásicos. Los de Grant Morrison, mejor dejarlos para luego.