2012-12-25 13:23
Superhéroes. En Canadá. Alternativos. Quizás, realistas, un adjetivo que raramente se puede adjudicar a una historia de superhéroes. Todo ello, original, porque, para empezar, es una novela, no un cómic; hay pocos superhéroes, y menos superhéroes conscientes que lo son, fuera del arte secuencial.
En
este caso el protagonista y narrador en primera persona es el chico mosca del título. Cuyo poder, precisamente, es convertirse en mosca. No en mosca supergrande y superpoderosa. No, en mosca. Como superpoder, claro, no tiene mucho recorrido. Las moscas se escapan de sitios pequeños y poco más, lo que proporciona al narrador subjetivo una buena excusa para enterarse de cosas que, de otra forma, no podría. Y, además, se mete en un supergrupo, aunque es más bien una superpareja (más Mary, la encargada de prensa) compuesta además, por Ms. Place, una chica que ha tenido un bebé de un extraterrestre y que además, de antes de ello, tiene el poder de hacer desaparecer cosas.
Ryan, el protagonista, es estudiante y Cassandra, su pareja, es camarera y antigua cantante punk y se mueve en la escena alternativa de Toronto. Así que no esperes encontrar lucha contra mafiosos, invasiones extraterrestres, o supermalos. Son más bien como un V de Vendetta pero de andar por casa: no van a derrocar el poder, sino más bien a darle un poco por saco.
La ensalada de ideas, en general, está bien. Pero el problema es que la trama no se sabe muy bien hacia dónde va. Hay evolución de personaje, escasa, pero la hay, hay conflicto, hay historia de amor, pero nadie persigue realmente a los personajes, su superheroismo no les causa (grandes) problemas personales y en general todo parece un conjunto de travesuras a lo novela juvenil.
Resumen: en general está bien y es original. Una buena primera novela, quizás.