2013-03-10 10:56
De hecho, me quedan dos años para los L, pero el entrenamiento es largo y duro. Es muy importante prestar atención. Sobre todo porque la atención es lo que se te va, así que prestar atención es parte importante del proceso.
Es esencial también aprender el movimiento de alzado de gafas. También es el momento cuando te alegras de no haberte operado para quitarte la miopía, porque alzar las retinas habría sido harto más difícil. Y diréis: alzarse las gafas es fácil. Yo mismo lo hago con las de sol y quedo de lo más mono. Claro, pero es que tú
tienes pelo para sujetar las gafas de sol. Cuando tienes una geografía irregular de fiordos y cabos donde antes tenías flequillo, es más complicado. Por eso hay que aprenderlo y el aprendizaje es duro. Hay que evitar, sobre todo, seguir el alzado de gafas por una interrogación del tipo "¿Dónde están las gafas?" porque indica dos cosas. Una, la obvia. Otra, que las gafas están más tiempo arriba que abajo, por lo que no puedes decir aquello de "Es que tienen tamaño de letra de los ingredientes de las magdalenas" porque te estás leyendo el tablet y no cuela.
¿Por dónde iba? Ah, sí. Iba porque la siguiente lección es saber cómo recuperar el hilo de una conversación con dignidad. Y también cómo no repetir palabras como dignidad más de una vez en un párrafo. Con esto y con dos o tres lecciones más que no recuerdo pero que voy a buscar un MOOC a ver si me las enseña, terminamos este resumen del entrenamiento necesario para llegar a los cincuenta años, que no tacos, porque, joder, a los 50 no se dicen tacos.