2013-08-07 00:02
Hace
unos nueve añitos escribí aquello de que los memes son para el verano, donde aplicaba de forma un tanto pachanguera la teoría de reddes para
probar por qué en verano las modas se propagan con tal velocidad y contundencia que las modas parece que se dejaran caer sobre los veraneantes como otrora los balones de Nivea desde las avionetas.
El meme más evidente, o la moda, suele ser la canción del verano, aunque en estas épocas de consumo personalizado parece que es el que corre más riesgos de desaparecer, pero ahí está también el libro del verano (el que ocupa más estantes en la librería y entre las manos de los veraneantes, aunque al paso que se va adoptando el libro electrónico, cuyos lomos son ignotos, igual va por el mismo camino), el tipo de bikini o bañador, el calzado (Crocs, Vans, lo que sea), tono de camiseta, local de moda, noticia y, en general, tema de conversación que ocupa caracteres en los tuits y ancho de banda en otras redes como el WhatsApp.
¿Por qué? ¿Y por qué en verano? La gente sale, está en la calle, día, tarde, noche, contempla a los que tiene alrededor, escucha inevitablemente conversaciones en los móviles, pasea, entra, sale y lo que ve y siguendo la conocida máxima del márketing "Culillo veo, culillo deseo", se apunta a la moda, el meme acaba parasitando su mente, y con un huésped más, sigue propagándose con eficacia y un punto de alborozo.
Por mi parte, nunca he tenido éxito en lograr imponer la toalla de Spiderman o el revival de Rocky Sharpe and the Replays como meme. Y nunca un hashtag creado por mi ha llegado más allá de, bueno, de mi. Así que poco más sé sobre el tema.