2013-08-13 21:16
Cuantos libros se habrán basado en un diario de verano en el que se reflejan las experiencias nuevas, los sentimientos, las picaduras de medusas y los sabores de helados probados todos los días. El verano es una época para
descansar de nosotros mismos, pero también para encontrarnos enfrente de las olas o delante de una puesta de sol y decir a nuestro yo del futuro cómo nos encontramos. Como las
células de memoria que permiten a los personajes de
Judas Unchained, el
tocho que me estoy empapando ahora reconstruir la personalidad de alguien que ha sido convertido en pavesa por una pistola de iones, el diario nos permite reconstruir ese tiempo pasado que no es mejor ni peor, sino simplemente olvidado.
Lo que ocurre es que, hoy en día, el diario adquiere muchas formas diferentes y de hecho se parece más a esas células de memoria que a una libreta con las páginas alabeadas del agua salada que le ha caído encima. Si tuviera que recordar este verano, aparte de estas
#atalayasdeverano
, tendría que hacer un
Storify de los tuits más un
tableau de
Pinterest con mis
fotos de Instagram. Con todo y con eso, me resultará prácticamente i mposible averiguar por qué diablos dije
Palíndromo a las 8 horas y pico del día 13 de agosto. Es ahora y ya no me acuerdo...