2013-09-04 06:58
Ya en mi
reseña del libro anterior en esta serie Blue Ant, Spook Country, hablaba de la fórmula de Gibson. Una fórmula magistral que ha ido perfeccionando novela a novela hasta que, en esta, se deshace estrepitosamente como un azucarillo en un vaso de absenta en un café de Praga.
Vamos a ver, tenemos el
McGuffin. En
Pattern Recognition era un curioso artefacto cultural, trozos de película, el
footage. En Spook Country, un contenedor. Hasta aquí me seguís, ¿no?
En Zero history son unos vaqueros.
La motivación también es importante: se trata, después de todo, de embaucar al lector y que quiera encontrar en McGuffin tanto como los personajes en la ficción. En Pattern Recognition Blue Ant, una agencia de márketing, quería a partir del metraje descubrir qué hacen de un video viral. En Spook Country, bueno, la motivación era más difusa, pero había algún rollo tipo secreto industrial que podía estar bien.
En Zero history lo que quieren es un contrato de uniformes con el ejército americano.
Por supuesto, historias de McGuffins hay a miles. Lo interesante son los personajes, sus motivaciones, su lenguaje. En SC y PR tenemos a Hubertus Bigend, jefe de Blue Ant, Hollis y el gran descubrimiento, Milgrim.
En ZH Blue Ant es una mezcla entre Willy Wonka y Paul Allen. Hollis una secretaria que se pasa la mitad del libro yendo de un lado para otro. Pero lo que no perdono es que hayan destrozado a Milgrim, que aquí es un ex-adicto que a veces nota detalles y le gusta llevar cosas por control remoto.
El resto de Gibson, bueno, pues está ahí. Las imágenes ballardianas, las comparaciones, la cultura pop, los colores, los artefactos pop. Hasta sale un ekranoplano. Pero no sé si decir que
lo ha perdido o simplemente que no está ahí. Simplemente tendrá que reinventarse en la siguiente iteración si quiere recuperarme.