2013-10-07 19:41
Hasta ahora, había leído dos libros de Murakami.
Norwegian wood, que me pareció un truño.
Kafka en la orilla me pareció maravilloso.
Había que deshacer el empate. Con este, ganan truños dos a uno. Bueno, no llega a ese nivel. Dejémoslo en
truñillo. Pero es que el libro es vacuo, pretencioso, largo y absolutamente inane. Narrado en primera persona, se centra en la odisea personal de un escritorcillo
freelance al que le gusta
quitar nieve (culturalmente hablando, eso sí) por encontrar a una persona con la que estuvo viviendo, Kiki, que se le aparece en sueños diciéndole que vaya a un hotel, el hotel Dolphin, donde se encuentra con una recepcionista, Yuminoshi, que es una borde y una antipática, pero que resulta que ha visto una cosa rara en el hotel. Raruna, digamos. En el mismo hotel se encuentra a Yuki, una adolescente tremendamente bella, también bastante borde, pero con la que acaba pasando muchísimas horas y yendo a Hawai pagadas por su padre, un tal Marukumi (o similar, podría ser Miramuku, pero da igual, que es su mismo nombre, por si no lo habéis pillado).
Vamos, que es una novela autobiográfica que vuelve una y otra vez a los mismos temas: las relaciones entre personas, la realidad, los sueños y miles de cosas que se mezclan sin ton ni son ni más hilo argumental que la búsqueda de la tal Kiki, argumento que se resuelve de un plumazo, cerrando a la vez en falso el resto de las tramas. Y todo ello en 400 páginas.
Eso no quiere decir que no le agradezca a
Sandra, que me lo prestó, el préstamo. Además, ahora que está en las quinielas para Nobel se puede decir con conocimiento de causa "Pues no es para tanto". Ahora me diréis que 1Q84 es la caña. Pero es que ya no hay empate, y no sé si ir a por la remontada. De veras.