2013-12-17 19:56
Una vez le pregunté a un amigo sueco sobre la autora,
Camilla Läckberg. "Es basura" me contestó. Si hubiera sido español y la autora española habría dicho también aquello de "Pero mola, porque vende mucho". O en vez de.
Es que uno está muy mal acostumbrado con la novela negra nórdica, con esos
Indridason,
Sigurdadottir,
Nesbo o Mankell, aunque este último no es santo de mi devoción y, claro, tiene unos estándares en los que una especie de J. K. Rowling metida a hacer novela policíaca (que no negra) no llega.
Porque esta novela, en la que se trata de resolver la muerte de una mujer, aparente suicidio, en una bañera, no acaba de ser novela negra. Ni siquiera es un procedural, porque los procedurales tienen cierto respeto con los procedimientos policiales y aquí se saltan las normas más elementales a la hora de investigar tal muerte. Con una trama que tiene su interés y que está relativamente bien resuelta, abusa de los red herrings, mete diferentes puntos de vista, oculta torpemente información al lector para mantener la atención (la regla del policial es que el que lector debe saber lo mismo que el investigador) y, finalmente, tiene una trama erótico amorosa a lo Helen Fielding de lo más ramplón.
O sea que no me ha gustado nada. Y a ti, posiblemente, no te guste esta escritora que es lo menos parecido a Indridason que existe, aunque lo cierto es que, por trama, temas y abundancia de toma de cafés, es bastante parecido al ínclito (y difunto) Stieg Larsson (que tampoco es santo de mi devoción).