2014-05-02 19:21
El que uno se vaya haciendo mayor se nota en cosas como que, a estas alturas del año, sólo sea el segundo cómic que me he leído. Tras mi última visita al oculista, ya tengo oficialmente presbicia, por si la edad y el camino descendente de las gafas a lo largo de la nariz o ascendente a la hora de leer algo no fuera suficiente. Los cómics no son como los libros: en formato electrónico los pones del tamaño del letrero de un hotel y te quedas tan pancho; hay que jugar con el gafamen para ver dónde se ponen correctamente y, aparte de resultar incómodo, realmente es más difícil captar la composición de la página y todos los detalles. Así que igual va a ser una de las cosas que voy a tener que dejar con la edad, igual que peinarse la coronilla.
Y eso que los cómics tienen cosas que no aparecen en la literatura. El dinamismo, el detallismo, la composición, el lenguaje puramente visual que tanto me gusta y que en
este caso llega a un extremo barroco casi fractal. Combina un guión desopilante y, sinceramente, sin mucho sentido con múltiples gags visuales, letreros, personajillos que ilustran cada página, a veces etiquetados, a veces no, sin que venga mucho a cuento.
No sé si mencionar el guión, porque no parece más que una excusa para montar escenas con animales convertidos en armas, enjambres de zombies y bandas de cyborgs. Joe es un
amo de gato, una persona entrenada para usar un gato como arma. ¿Cómo? Poniéndole inyecciones que lleva en un cinturón. ¿Y qué puede hacer el gato? Resolver la conjetura de Fermat y jugar a las damas, aparte de clonarse a sí mismo o volverse invisible como el gato de Cheshire. King City es una especie de
Mega City donde, además, hay algún extraterrestre y, en general, puede pasar cualquier cosa. Lo que sorprende es que, en realidad, pase tan poco: el autor se recrea en crear paneles tan detallados y con tan poca relación con el guión que no me extrañaría que tardara años en sacar un sólo volumen.
En resumen, está bien porque muestra lo que el cómic es capaz de hacer, pero desde luego hay que haberse leído muchos cómics antes para meterlo en el canon de lo-que-uno-no-se-debe-perder. Aunque le agradezco igual a
JAB el préstamo, que procederé a devolver debidamente.