2014-08-21 10:49
En dos frases: un clásico de la literatura de viajes y un rollo pedante.
Compré este libro en una librería de segunda mano de Vancouver. Un libro dedicado "con todo el amor" de alguien a otra persona que, necesitada o simplemente decepcionada por el libro, lo acabó vendiendo hasta que acabó en mis manos. El libro tiene anotaciones puntillosas que señalan ciertos errores, incluso anotaciones en lápiz que pueden ser erróneas porque se ven a pesar de haber sido borradas. Quizás la persona que lo recibió no fue capaz de aguantar errores sobre el lugar de reproducción de las anguilas. O igual le pareció un rollo, como a mi.
A priori, el libro es atractivo: un joven inglés inquieto, incapaz de encajar en ningún tipo de educación formal pero, a pesar de ello, con ciertos conocimientos de lenguas clásicas y una capacidad prodigiosa para los idiomas, decide ir andando desde Holanda a Constantinopla, que todavía no era Estambul, a pie. Esto sucede diez meses después de la ascensión de Hitler al poder, en una Europa convulsa que se preparaba para la masacre de unos años más tarde.
Lo hace con muchas ganas de conocer gente, de beber, cómo se pone el tío, sopla más que un corneta bizco, más de una vez se despierta sin saber dónde y con poco dinero, cuatro libras que en aquella época daban mucho de sí pero que hoy en día apenas te dan para un viaje en el metro de Londres. Va alojándose de transeúnte, en palacios de amigos, y qué amigos, condes, vizcondes y títulos nobiliarios muchos más raros que abundan en las páginas como piojos en costura, margraves y boyardos, del que recuerdo sólo al boyardo Tamaroff, que era un malo del Capitán Trueno, o quizás el ministro de Vivienda del doctor Muerte... por las páginas del libro se va paseando él, pero también detalles arquitectónicos tediosos de basílicas en algún lugar de la república checa, cómo los lansquenetes trajeron el barroco a toda Europa en la forma de sus mangas y cómo se dicen los nombres de los ríos en todos los idiomas centroeuropeos.
En concepto y en ejecución es un libro único; la erudición de la persona es considerable, pero la búsqueda de la Bohemia de las obras de Shakespeare tiene un atractivo limitado para el lector de hoy. La librera que me vendió el libro me comentó que ya no se hacían viajes así. Pero tampoco se escriben libros así, libros del "Gran tour" europeo que te pasean por toda la historia, arte y folklore de los lugares. Interesante como referencia y quizás como inspiración, como sin duda lo ha sido a escritores de viajes posteriores, como Jan Morris. Pero tedioso, aburrido, pedante y, para mi, totalmente prescindible.