2014-08-25 08:38
Seguro que hay alguna razón válida para que este libro acabara en mi Kindle. Los trenes en el título, por ejemplo, o alguna recomendación de mis suministradores habituales de recomendaciones. Pero en todo caso el libro resultó totalmente diferente a lo que yo me esperaba. Cuanta la historia de Robert Granier, una persona cuya vida ha estado ligada al tren, por trabajo, por los silbidos que oía desde su cabaña por la noche, por ser el medio de transporte que usaba con cierta frecuencia en su Idaho natal. También porque su familia, en su primer recuerdo, lo mandó en un tren a casa de unos tíos, donde efectivamente se crió y creció.
No es por tanto una novela de viajes, de un vagabundo que va de tren en tren, sino de una persona ligada a su tierra, a su cabaña y a la que le ocurren una serie de desgracias que le convierten en un ermitaño. La narración no sigue un orden lineal, sino que va dando saltos, como si fueran los sueños de una persona cerca de la muerte y tienen un cierto halo de realismo mágico que es bastante poco habitual en las novelas americanas. En su trabajo, en su vida, va conociendo a personas, hablando con ellas, esas personas entran y salen y le van contando episodios curiosos, donde aparecen indios, mujeres-lobo y, por supuesto, ferrocarriles.
Una lectura ligera y curiosa, como digo. Cuatro estrellitas, qué menos que eso.