2014-09-28 09:59
Si hay una lección que nos enseña la historia es que nadie aprende las lecciones que nos enseña la historia. Cada uno que interprete esto como le dé la gana, pero es también el mensaje que impregna
este libro, que es el volumen central de una trilogía que, a su vez, forma parte de un terceto de trilogías. Todo el cogollo de esta historia alternativa de
Turtledove que, a su vez, es el centro del colectivo de historiadores alternativos. No puede haber más centro.
Y el centro no se sostiene, como cuenta el título. Este tomo de la historia abarca desde la mitad de los años veinte hasta los años treinta en un mundo cuya premisa fundamental es la división de Norteamérica en dos estados tras la victoria secesionista en la guerra de tal nombre. Cincuenta años más tarde, sigue dividida, pero los estados confederados han perdido la primera guerra mundial y los Estados Unidos ocupan Canadá (ganado a los británicos, sus enemigos en la guerra) y Utah donde los levantiscos mormones, pertrechados de camisas blancas y chapitas con su nombre precedido por "Elder", ponen bombas y disparan a todo soldado americano de ocupación que se encuentran a tiro.
Estos estados desunidos pasan por episodios familiares: la efervescencia bursátil de los felices 20, seguidos por el
crash, la gran depresión y la ascensión de partidos populistas en la persona de Jack Featherston, del Partido de la Libertad de los estados confederados.
Turtledove usa su método habitual de recorrer en cada capítulo una serie de personajes, soldados, trabajadores pero también presidentes del gobierno y personas de partido que van dando diferentes ángulos de la historia y discutiendo las consecuencias de las decisiones que otros toman. Los personajes que unen más hebras son los femeninos: una mujer que venga la muerte de su marido y que posteriormente escribe un libro sobre esa aventura en los estados del Sur es la que más aparece mencionada por los diferentes personajes. Turtledove nos viene a decir que los pequeños actos y decisiones personales pueden cambiar la historia, pero los que verdaderamente la mueven son las mareas populistas y nacionalistas ante las cuales las personas están totalmente impotentes y no pueden hacer nada.
Esa es la conversación que más se repite entre los diferentes personajes: una sensación de inevitabilidad e impotencia ante la cual lo único que cabe es huir. Personajes que ven con claridad como otros personajes caminan hacia la perdición y al caos al cual van a ser arrastrados ellos, inevitablemente, pero no pueden hacer nada salvo huir y a veces ni eso.
Mientras que en
Worldwar el mensaje era Simeoniano: si trabajamos y queremos, podemos darles para el pelo a estos malditos marcianos, aquí es más bien Van Gaaliano: nunca positifo, siempre negatifo. Lo que deja, al final, una impresión también ligeramente negativa: el libro necesita 700 páginas para contártelo y durante mucho, muchísimo tiempo, no pasa prácticamente nada, simples historias cotidianas de personajes que te ayudan a conocerlos y a establecer vínculos con ellos pero que resultan excesivos cuando hay más de veinte. Las historias independientes, en sí, tienen más atmósfera que tensión y eso lastra bastante el libro, que me ha costado casi un mes acabar. El problema con los libros en serie es que enganchan, soy un lector en serie de libros en serie... Pero si no te gusta ni la historia alternativa ni, en general, la historia no os lo aconsejo lo más mínimo.