2014-11-19 19:50
Realmente, quería que me gustara este libro, porque sólo he leído recomendaciones y críticas positivas y, aunque lo de "una vuelta de tuerca del género de la space opera" es siempre para echarse a temblar, a veces da buenos resultados y, realmente, es un género que necesita una vuelta de tuerca o dos.
No le faltan ideas originales; la principal, el que la protagonista sea una inteligencia artificial, la de una nave que anda buscando algo y que se encuentra, desde el principio, con la que fue capitana de, bueno, de ella, y andaba ahora metida en la droga, cosa muy mala seas capitana o no, y toda nave buena debe actuar de buena samaritana y llevarse a sus capitanas que andan en la droga. Todo femenino, porque el Radch, el imperio en el que se desarrolla la serie, sólo está habitado por mujeres que a su vez están agrupadas en familias y gobernadas por Anaander Mianaai, Lord of the Radch pero también un montón de cuerpos, clones que, a su vez, se comunican entre sí, aunque también se guardan algún secretillo.
En el secretillo y en la comunicación está la clave del libro que, por otra parte, corresponde a la rutina clásica del McGuffin saltando de espaciopuerto en espaciopuerto con la ex-capitana ex-drogata. No hay mucho más. Es una historia correcta, y, eso sí, ¡el principio de una trilogía! Toda Space Opera que se precie debe comenzar, o seguir, o terminar una trilogía, trilogía que para mi se va a quedar en unología porque el siguiente episodio no me interesa lo más mínimo.