2014-12-23 14:12
De todos los libros que había en la librería Strand, en Nueva York, en mesas, con recomendaciones de los libreros o no, este fue el que me llamó la atención. No hay que negar que la portada es llamativa, con un corte al bies, mostrando su interior. Lo que da una idea de que el libro va a ser algo poco convencional.
Para haceros una idea de lo poco convencional que es, hay un momento en el que el protagonista, que se llama Charles Yu, encuentra el libro y empieza a leerlo y, en el acto de la lectura, a escribirlo. De hecho, el libro es un artefacto que él se deja a sí mismo en el interior de una máquina del tiempo, justo antes de matarse. Porque da muy mal yuyu encontrarse a uno mismo, sea en la universidad,
como hacen algunos americanos de las películas, y qué menos que pegar un tiro con la pistola que, convenientemente, provee la empresa que arregla máquinas del tiempo a todos sus empleados, que la gente está muy pillada, a veces literalmente, en el tiempo y hay que defenderse a uno mismo. De uno mismo. Lo que sea.
Vamos a entendernos: el libro no está mal. Sienta las premisas claramente: tiene lugar en un universo de ciencia ficción. Es un libro-que-sabe-que-es-un-libro. Los personajes se
retconan, ahí, FUNDEU, toma palabra para traducir, (¿retrocontinuidadean?¿continuretrean?) y eso hace que el libro sea coherente y realista dentro de su propio universo un universo creado y descrito en páginas intersticiales en episodios que están unas veces logrados y otras no. Además, la historia subyacente es la de una relación paterno-filial, con el padre que se ha perdido en el tiempo y que, realmente, habría tenido su propio interés.
El problema es que el conjunto produce una cierta decepción. El final, hasta cierto punto, también. Yu sabe escribir bien, crear ambientes y mundos coherentes y también usar la prosa con precisión y ritmo, pero no acaba de resolver bien la imbricación de las diferentes tramas. La descripción del universo en el que se supone que suceden los hechos (o están sucediendo ahora mismo) tampoco acaba enganchándose bien con el resto de las historias: lo que describe no aparece en la trama y es perfectamente obviable.
Sí parece el principio de algo y seguramente en algún momento este libro figurará como pionero y por tanto imprescindible. Así que léetelo, no se vaya a escribir a sí mismo de nuevo y cambie del todo. Y ya de camino pongo publicidad del mío, donde hablo de esa librería en Nueva York y de alguna más.