2014-12-26 10:39
Donna Tartt no es una escritora al uso. Autora de exactamente tres novelas (una de ellas,
The Secret History, la reseñamos aquí, produce una cada diez años y son obras refinadas y atemporales. Hace 10 años no había Twitter, Facebook tampoco y yo tenía menos de dos cifras de correos sin leer en GMail. Mucho tiempo. Por eso, las referencias temporales de las novelas son un tanto imprecisas, sobre todo en lo que a tecnología moderna se refiere. Si el último capítulo se escribió al principio (a veces ocurre), no puedes hacer referencia a apps ni a Obama ni a nada por el estilo, porque puede convertir una novela contemporánea en una historia alternativa en menos que canta un jilguero.
En realida, "El jilguero" es una especie de historia alternativa: comienza con un atentado en el Met en el que muere la madre del protagonista y éste se hace con
El Jilguero, de Carel Fabritius, un autor que produjo muy pocas obras porque la mayoría, irónicamente, se perdió también en un incendio.
A partir de ahí son mil y pico páginas que no voy siquiera a intentar resumir. Es la historia de Theo Decker, huérfano, poseedor de un cuadro y cómo crece en Las Vegas y posteriormente en Nueva York. Toda su vida da vueltas alrededor del cuadro: por qué lo cogió, qué hizo con él, qué sucedió con él... La vida de Theo y su familia toca la vida de otras personas y las cambia de muchas formas. Para mejor o para peor, pero de forma irremediable. La tesis es contraria a
El Idiota, de Pushkin, al que menciona: es posible que la bondad conduzca al desastre, pero la maldad o simplemente la desidia, a veces, lleva a un buen fin.
Los personajes y la estructura de la obra recuerdan a "La Historia Secreta", con la que comparte a un personaje que yo, sinceramente, no he encontrado (pero lo buscaré en la Wikipedia). Hay almas atormentadas, drogas recreativas, mentores por encima del bien y del mal, amores no correspondidos y reflexiones sobre el arte; la muerte como un suceso aleatorio y sólo vagamente relacionado con la causa de la misma; por ejemplo, el atentado terrorista que es origen del libro no es en realidad el motor de la trama: ni se encuentra a los culpables ni, aparentemente, se les trata de buscar; no se les menciona en todo el libro: el atentado es un acto divino que reúne a personas diferentes, alterando sus vidas o acabando con ellas.
Si me ha gustado este libro es, en parte, porque comencé a escucharlo como audiolibro y quien lo leía ayudaba a crear un ambiente especial, alterando la voz dependiendo del personaje, ese Boris con un acento ruso burdo y cortante, Xandra cantarina, estridente, el padre de Theo con su voz de actor fracasado. Lo acabé como libro electrónico y eché de menos esas voces, pero el libro, aún así, es un gran libro que merece la pena leer. Además, en los diez años que faltan hasta que escriba el siguiente te da tiempo a leértelo casi entero.