2015-01-02 00:37
De vez en cuando hay que leer libracos de estos, puramente académicos, sin concesiones, libros que necesitan años de estudio y unos cuantos más de experiencia, pero que son honestos y cuentan exactamente lo que dicen: una historia cultural del submarino. Que quizás habrá que explicar de lo que se trata: una historia de qué ha significado el submarino, a través de la historia, en el Reino Unido y como se ha relacionado a lo largo de la historia con los valores y la identidad británica.
Que es un rollo, que sí, todo lo que os imagináis. Pero tiene información y sobre todo conclusiones que no se pueden encontrar en ningún otro sitio, sobre qué ha significado la marina para el imperio británico, en el principio de la era del submarino, cuando todavía existía tal cosa, y, sobre todo, como se relaciona el uso del submarino en la guerra con los valores que se consideran tradicionalmente británicos, como la caballerosidad.
Especialmente esclarecedor es el último capítulo, sobre el reflejo del submarino en la ficción escrita y visual y, sobre todo, como se evita la participación de los británicos en la denominada
guerra sin restricciones: hundimientos indiscriminados de navíos civiles, que tanto el eje como los aliados practicaron en la segunda Guerra Mundial pero cuya existencia es conspicua, por su ausencia, en todos los libros y pelis sobre submarinos británicos. De hecho, hasta el nombre que se le da a los submarinos refleja esta distancia moral entre británicos y sus adversarios: los submarinos, que usan los británicos, son guays, caballerosos y heroicos; los U-Boats son chungos y malos y hunden barcos y luego atropellan a los supervivientes. Iconografía que, curiosamente, me permitió ver de otra forma Pearl Harbour que lo echaron el otro día en la tele: los japos no sólo hunden barcos, sino que ametrallan a las criaturicas que van por agua, nadando, para salvarse; bombardean lo que pillan y se muestran indiferentes a la destrucción o alegres. Los americanos se ven en primeros planos, son amigos y patriotas; cuando derriban a los aviones japoneses no se muestra al pobre piloto, que tendrá familia e hijos y comerá arroz como todo hijo de vecino, ardiendo y gritando hasta su muerte, sino que se derriban
aviones, no se mata a os pilotos. Cuando (vale, espóiler, pero pequeñito)
se ataca Japón se hace en una factoría totalmente vacía a pesar de que, en realidad, se bombardearon también cuatro escuelas y se usaron bombas incendiarias.
En resumen, que es un libro interesante porque, aparte de dar todo tipo de información sobre historia cultural del submarino que puedo usar para una secuela de mi
Historia Lógico Natural, o para una segunda o tercera edición, o para lo que sea, te ayuda a leer la ficción bélica de una forma diferente. Por lo que, de veras, lo aconsejo y es un excelente colofón a los 38 libros que me he zampado este año que acaba de terminar.