2015-04-19 12:37
Otro libro de
Candaya, remitido gentilmente para su reseña por la editorial, y como en los casos anteriores, claro, qué voy a decir, si me lo han mandado, otro acierto.
Pero un acierto por razones diferentes a
La mujer ajena, aunque se acerca a
La librería quemada.
El libro es difícil de calificar, pero se acercaría más al
horror urbano que a cualquier otra cosa. Un narrador llamado Gustavo nos cuenta, en primera persona, cómo su amigo Daniel le pide ayuda desde un psiquiátrico en el que se haya recluido tras ser acusado del asesinato de una mujer, su novia. Daniel es el Anticuario del título, y a través de las conversaciones con él sabemos de la existencia, o no-existencia, de una hermana, Sofía, con huesos frágiles y tendencia a la piromanía y de los otros habitantes del psiquiátrico. También de la existencia de otro psiquiátrico, dual del propio, en el que no se puede, o no se debe, entrar.
La dualidad es uno de los temas principales del libro: la novia y la amante de Daniel, ambas llamadas Juliana, Daniel y su hermana Sofía, la locura y la sanidad, el hogar y la hoguera, las personas y su sombra, la guerra y la paz, la muerte y la vida. Pero esta dualidad y enfrentamiento entre opuestos hace, en realidad, a los dos una sola cosa, hasta el punto que se pueden confundir uno con el otro, como se llega a confundir a los terroristas, los terrucos del Perú, con los que luchaban contra ellos hasta el punto que no había, en realidad, diferencia ni en métodos ni en fines. Esa guerra fratricida que duró más de quince años y que es el origen del horror que destila esta novela.
En resumen, es una novela interesante que bordea lo gótico pero sin abusar de ambientes y descripciones. El horror está en la mente y en las acciones de las personas, no en tormentas ni sombras extendidas ni aullidos en la noche. Y, como el buen horror, está inspirado por la realidad. Así que buena literatura que agraderá tanto a los que gusten de la misma como a los que les vaya el género.