2015-06-13 18:49
Que Nueva York tenga apenas 400 años, menos que la mitad de los barrios de Granada, no quiere decir que no haga falta entenderlo o, como anuncia este libro,
leerlo. Más allá de las atracciones turísticas y a través de sus edificios y de sus
esquinas, la ciudad te está contando algo, pero hace falta una cierta ayuda para entenderlo, ayuda que encontrarás en este libro.
El libro, subtitulado "Una Guía De La Arquitectura De La Gran Manzana", describe, organizados en los estilos que se sucedieron en la ciudad, diferentes edificios desde el punto de vista de la arquitectura y de las fuerzas económicas que los construyeron. A diferencia de casi cualquier ciudad europea, no fue la religión ni el gobierno el que creó la mayoría de los edificios: fueron los empresarios que, o bien para mostrar su poderío o bien como inversión, crearon la mayoría de estos edificios, que son, también, no sitios para visitar, elementos de un parque temático, sino lugares donde se vive y se trabaja. Llama la atención que hasta el MOMA tuvo que construir una extensión (que puedes ver, justo a la vuelta de la esquina) habitable para financiarse, o que la estatua de la Libertad (en realidad, la base, la estatua en sí era un regalo de Francia) tuviera que crearse por suscripción popular, como contó nuestro guía, a base de publicar en un periódico los nombres de todas las personas que dieron algo para hacerla posible.
En general, por tanto, es un libro útil y me lo leí en el avión de ida hacia allá, para releerlo, en voz alta, enfrente del propio hito una vez en la ciudad. Los dos iconos en la portada son también emblemáticos: es difícil andar por Midtown sin ver el edificio Chrysler, que es, además, uno de los más bellos, igual que es difícil andar por la ribera sur de Manhattan y perderse la estatua de la libertad y el nuevo número uno del World Trade Center.
El único problema que tiene es que ya tiene un par de años y en Nueva York no paran de construir. Aunque figura el recién abierto 1 de World Trade Center, aparece el viejo
Whitney en vez del nuevo, de Renzo Piano, que se acaba de inaugurar. También habían desaparecido los árboles de la torre Trump. Es lo que tiene Nueva York: en unos años, el libro puede que esté totalmente obsoleto. Pero, mientras tanto, puedes usarlo para entender mejor esta ciudad que es un mundo en sí misma.