2015-11-22 09:58
La novela negra siempre se ha caracterizado por su preocupación e imbricación en los problemas sociales de su tiempo. Frente a la simple novela de crímenes de Agatha Christie, que igual podía haber sucedido en una estación espacial por su despreocupación hacia el sistema político y económico que rodeaba a los trenes exprés, a las islas o a las mansiones en el campo, Dasshiell Hammet y otros trataron con personajes reales que eran asistentes o matones de políticos reales y se enfrentaban con gente que militaba en el hampa o en el otro lado por motivos, una vez más, reales.
La novela negra más moderna, como la practica
Indridason y muchos otros autores europeos como
Markaris, tiene también un componente histórico>: es la historia del país la que determina el comportamiento de los personajes, inspiran o justifican sus crímenes de forma que quien finalmente se persigue y posiblemente se juzga en sus libros es todo un país, una cultura o una forma de hacer las cosas, admitiendo el policía o detective que él mismo no está exento de esa misma culpa.
Éste libro parte de una premisa que, hace unos meses, parecía inevitable: la salida del euro de Grecia, por cierto, junto con Italia y España, y la situación social y económica que se provoca en esos primeros días. Pero no es una novela de política ficción: lo que ocurre en las altas esferas, las idas y venidas de la troika y las negociaciones hasta altas horas de la noche tienen poca importancia; la tiene la economía de guerra en la que se ve sumida la familia del comisario Jaritos y cómo las medidas que toman sirven para recordar tiempos pasados, cuando esa forma de vivir era la única posible, salvo migración a Alemania o a algún otro sitio más próspero. Y en esas un empresario, antiguo participante de las
sublevación de la Politécnica de Atenas contra la dictadura de los coroneles, es asesinado.
Es el primero de una serie de asesinatos con el mismo tema: la misma revuelta y su lema, "Pan, educación y libertad", que aparece, como un graffiti sonoro, en los politonos de móviles dejados sobre los sucesivos cadáveres. La historia de las personas asesinadas y cómo se relaciona con la situación que describe el libro es, en realidad, el
leit motiv de la novela, que no sólo busca culpables de la muerte, sino también de la convalescencia de todo un país.
Markaris es
tiene opiniones interesantes sobre Grecia, un país que aparece como astro fulgurante en la escena política española para resaltar los parecidos o diferencias con el nuestro. Que, tanto en uno como en otro caso, son muchas. Por eso merece la pena leer este libro, quizás una reflexión más lúcida sobre Grecia que muchos artículos, aunque, desde el punto de vista literario, se queda en esa reflexión y da una solución precipitada al caso. Un buen libro, en todo caso, corto e interesante.