2016-12-31 18:45
Hace unos cuantos años, la
Editorial Escelicer editó una colección bastante completa de teatro, con diferentes colores que representaban a cada autor, y a unos precios súper populares con el objetivo de que se usaran para teatro aficionado y que cada miembro del reparto tuviera una, o posiblemente varias, copias, porque con la encuadernación y el papel que tienen era poco probable que sobrevivieran una temporada. Yo me hice con un montón de ellos a lo largo de los 70 y posiblemente 80, y andan por mi casa familiar, amarilleando y volviéndose frágiles, formando un estrato en una pila de libros no leídos.
Pero al final, en un momento determinado en el que uno está de humor, acaban leyéndose. Y son una delicia, un verdadero entremés, como este del injustamente olvidado
Miguel Mihura, un genio de las letras que, en esta era de series petardas y realities incombustibles, merecería producciones actualizadas y un canal temático para él solo. De lo primero hay, hace un par de veranos vi
Milagro en la Casa de los López en los veranos de la villa y disfruté como un enano. Y ésta,
El caso de la señora estupenda, una obra de los 50 también agradablemente absurda.
Todo se desarrolla en una habitación de un hotel en un país balcánico al borde de la guerra, donde llegan unos recién casados huyendo de otro país. Debido a la guerra, en la habitación también vive Carlos, y por la habitación va desfilando también Susana, la novia del recién casado, la madre y tía de estas, policías, empleados del hotel... todo un elenco que convierten lo extremo en cotidiano y lo cotidiano en absurdo. Y, mientras tanto, la guerra, una guerra de Gila, y, como tal, un alegato de paz.
En resumen, una gran obra para leer, que posiblemente se disfrutaría mucho más si se viera en una escena. A falta de eso,
te la puedes ver en el archivo de RTVE, donde se produjo en 1989.