2017-04-23 12:08
Los viajes son buenas ocasiones para terminarse libros, sobre todo si tienen cierta enjundia y número de páginas como este mismo. Porque las novelas de crímenes nórdicas es lo que tienen: páginas y páginas. Quizás el máximo se encuentra en la zona de Suecia y va descenciendo según se aleja uno, hasta llegar a Islandia, donde el relleno se reduce a un mínimo. Y ese relleno, como en el Smorgasbord sueco, tiene de todo. En
Stieg Larsson había desde simples asesinatos hasta complicadas conspiraciones que involucraban a servicios de inteligencia y que iban años atrás. En este libro hay ciertos momentos en los que los diferentes hilos acaban apabullándote. Hay una secta, hay asesinatos con tinte ritual, hay problemas familiares y mentales por parte de todos los personajes, hay historias personales a mogollón. Un capítulo típico comienza con un personaje totalmente desconocido hasta el momento, su historia familiar y sus circunstancias, extendido a lo largo de unas páginas, y termina con ese personaje encontrando algo o haciendo algo que tiene que ver con la trama principal, para a continuación olvidarse del personaje y nunca volver a verlo. Oye, que está bien, colorismo, atmósfera, todo eso. Pero cuando llegas al quinto ya aburre un poquito, sobre todo porque la trama, en sí, es interesante y trepidante.
En realidad son dos tramas, más o menos solapadas, y en este más o menos está mi principal crítica al libro en sí. Una de ellas es la que le da título: niñas de seis años que aparecen asesinadas, vestidas con trajes de muñeca y con un cartel "Estoy viajando sola" colgado al cuello, como los niños que van en aviones y se dejan al cargo de las azafatas. La acumulación de detalles es excesiva, pero más o menos también sirve a la trama, al menos a esta. Pero hay una segunda trama con una secta cristiana de por medio, dirigida por un chalao y que aparece con una frecuencia excesiva intercalada con la trama principal para, al final, tener una relación más bien leve y por completo prescindible con la trama principal de los asesinatos. Ni siquiera cuenta como arenque rojo, porque es que en ningún momento parece que haya ninguna relación.
La cuestión es que la trama principal si tiene interés y los dos personajes, Munch, el policía cincuentón, metódico y Krüger, la policía con serios problemas personales y tendencias suicidas pero imaginativa y perceptiva, son excelentes y lo mejor del libro. Como los crímenes encajan con su pasado está muy bien llevado. Desgraciadamente, la resolución de los mismos se debe más a casualidades que a la intuición o al trabajo metódico, con lo que el final es un poco decepcionante.
Es el primer libro de
la serie de Munch y Krüger. Posiblemente vaya mejorando según avance. Por lo pronto lo dejo con unas tres estrellas, aunque la continuación de la serie puede ser interesante.