2017-05-27 18:02
Quince años ya desde que escribí
esta historia un tanto ingenua en esta Atalaya. Quince años y doce días, donde la blogosfera, que nunca existió, sigue sin desaparecer, porque lo que no ha existido no puede morir. Por el camino ha habido fotologs, tumblrs e incluso
Mediums comunicándose con
espectros usando
tipos móviles. Han venido, se han ido, han vuelto de nuevo, pero aquí sigue Blogalia con sus
Reflexiones e Irreflexiones,
Cambalache e incluso las
Comentaristas dispersas.
El que Blogalia haya persistido puede deberse a su geografía implícita. Tiene vías de comunicación abiertas, en otras redes sociales y en un canal de IRC al que soy bastante reacio pero que al parecer sigue funcionando. Y sobre todo, tiene recursos naturales en la forma de
maese RVR que hace que siga aquí después de todos estos años.
Igual que le ocurre a los países. La tesis del libro, bien traída y defendida, es que el destino de un país, su posición en el mundo y su política a largo plazo depende, en gran medida de su geografía. Recursos abundantes, clima moderado, puertos naturales, vías navegables de transporte que favorezcan el comercio, eso es lo que hace que un país, independientemente de su tamaño o población, sea una superpotencia a escala mundial o acabe relegado a un puesto secundario o abandonada en la orilla de la historia. Para aprovechar la geografía, es necesario que los países sean capaces de planificar a largo plazo, como muestra en el capítulo dedicado a China. En otro caso, como el de Argentina, países con recursos naturales casi ilimitados acabarán pobres y barridos de los flujos de la historia.
Como ocurre también con el Polo Norte. El interesante capítulo dedicado al mismo habla, precisamente, de cómo uno de los grandes cambios que traerá el calentamiento global son geográficos y que, en muchos casos, pueden dar lugar a resultados inesperados dependiendo de en qué lugar de la geografía se terminen eventualmente. Aunque el capítulo está principalmente dedicado a explicar como Rusia se está preparando para este Polo Norte derretido con mucho más empeño que el resto de los países, incluyendo Estados Unidos, lo más preocupante es lo que no dice: ¿qué sucederá cuando países templados pierdan tierra cultivable? ¿Cuando países turísticos pierdan sus playas o simplemente desaparezcan? ¿Cuando países anteriormente fríos y montañosos surjan tras una revolución agraria?
En resumen, es un libro interesante e inspirador y a ratos apasionante, por la historia y también por lo que se convertirá en la misma.