2017-09-02 12:03
La cara de
Titus Welliver en la portada de este libro ya te indica dónde ha ido a parar este libro: a la segunda temporada de la serie
Bosch de Amazon, lo que quizás les permite disponer del libro electrónico a ese precio ridículo, menos de un ¤. Toda una ganga para Amazon, que no da puntada sin hilo, como ha hecho con la adquisición de Whole Foods. Un día comprará Dinamarca o el Palacio de Buckingham para plantar un platanar en su jardín y nadie se extrañará.
Pero a mi sí me extrañan los pequeños y sutiles cambios que se han hecho para pasar del libro a la serie, que también estoy viendo, ya puestos. La televisión y la imagen tienen una literalidad que no tiene el libro; en este te tienes que poner algo de tu parte para recrear qué es lo que está ocurriendo. La palabra es puerta a las tres dimensiones de un mundo imaginado. En una serie no tienes que imaginar mucho: ya está todo imaginado por tí. Por eso no acabo de entender qué diablos pasó por la mente del guionista, o del productor, que es el propio Connelly, cuando comienzan la 2º temporada con el crimen en sí, revelándote cómo y de qué manera ha ocurrido y quién lo ha hecho. En las novelas de Connelly, como en muchas novelas negras, a través del cómo se va averiguando el porqué y eventualmente el quién. Aquí tienes para empezar el quién. No acaba de tener mucho sentido. Muchas novelas negras siguen un sólo punto de vista. El personaje va conociendo la información a la vez que tú. En la serie hay muchos puntos de vista diferentes; aparte de ser una versión de tres libros diferentes, que se van desarrollando a lo largo de la temporada, cada uno de los libros tiene un personaje principal diferente, sin demasiada relación entre sí más que ser todos polis de Los Angeles, pero que sustrae de la tensión al saltar entre tramas.
Todos estos cambios hacen que la serie me chirríe bastante. Hay otros que supongo que tendrán explicación en algún contexto. Hay una película que se llama "Casualties of night" en el libro, "Victims of the night" en la serie. ¿Por qué? ¿Por qué esas escenas en las que Bosch piensa en la terraza de su casa fumando un cigarro han desaparecido, y en la serie no fuma? No es que la serie sea mala.
IMDB le da un respetable 8.3. Es sólo que no está a la altura de los libros. La densidad de entretenimiento y disfrute que estos proporcionan es droga dura que no se puede sustituir de ninguna forma con la metadona de la serie. Que es posible que puedas ver, pero sólo cuando hayas visto todas las otras series que te parezcan o te puedan parecer interesantes.
Pero vamos al libro en sí. Libre de espoilers, como manda la tradición. Se encuentran a un menda asesinado con dos tiros en la nuca en el maletero de un Bentley. De ahí lo de
trunk music, que es
jerga para indicar un cadáver en el maletero, generalmente consecuencia de una ejecución mafiosa. El fiambre tiene una productora de vídeos pornográficos, así que la relación con la mafia, la que sea, va de suyo. Tony Alliso (que se convierte, por alguna razón que no acabo de entender tampoco, en Tony Allen en la serie) va frecuentemente a Las Vegas, y acababa de llegar, en avión, de un viaje (en la serie ha venido con el propio coche, lo que supongo que también es natural si tienes un Bentley, pero tampoco acabo de ver por qué) en el que estuvo jugando al póker, fíjate tú, con Eleanor Wish, antigua amante de Connelly, con la que se reencuentra
Ya sé que me estoy poniendo muy pesao. Pero en la serie no sólo no se reencuentra, sino que ya ha estado casado con ella y ha tenido una cría, Maddie. ¿Alguien lo entiende? Pues yo tampoco
Los ingredientes habituales de Connelly están ahí: corrupción policial, piques entre agencias y diferentes divisiones de la policía, y operaciones que cruzan la línea roja de lo ilegal o se acercan asintóticamente a la misma. Entretenimiento puro, procedural policial del mejor, y en resumen, un libro que no decepciona, pero que puedes leer más o menos de forma independiente de la serie. Como Juego de Tronos y el libro, pero sin tener que tragarte miles de páginas.