2017-12-19 07:42
Los libros prestados son objetos maravillosos. La experiencia de leerlos es totalmente diferente a la que proporciona un libro nuevo o, por supuesto, un libro electrónico. Un libro prestado tiene historia: esquinas dobladas, lomos cedidos por donde la lectura ha tardado un poco más o se ha dejado abierto sobre el sofá, algunos subrayados, pero sobre todo te permite descubrir nuevas autoras.
Carol O'Connell es una escritora americana que, a juzgar por el tamaño de su entrada en la Wikipedia, no es demasiado conocida; de hecho, la misma Wikipedia indica que sus libros se vendieron en el Reino Unido antes que en los propios Estados Unidos y eso que el personaje,
Kathy Mallory, es un clásico americano: una chica crecida en la calle, que al ser adoptada por un policía acaba adoptando el oficio del tutor y teniéndolo como guía para resolver sus casos, aunque no siempre sigue los procedimientos establecidos.
Hasta ahí, el cliché. Las novelas policiacas están basadas en el cliché, siempre; no pueden salirse mucho del mismo, para no ser laminadas por los aficionados del género. Pero son los personajes los que le prestan literatura al cliché, hasta el punto que pueden trascenderlo. Riker, el sargento borracho, Butler, el compañero de Mallory (no la llames de otra forma, "solo Mallory") enamorado de ella hasta las trancas y que la ayuda desde su torpeza como hombre de acción, la chica asesinada, una investigadora que deja una novela escrita, los personajes del edificio que habita el asesino y dónde Mallory acaba viviendo, el caso lateral de un chico que aparentemente crea un poltergeist, en general, las vías poco lineales por las que se acaba resolviendo el crimen o, en este caso, los crímenes, hacen de esta novela una historia bastante convincente y que engancha desde el principio hasta el final.
En resumen, una buena serie y una gran escritora de la que leeré más en el futuro.