2018-04-15 20:52
Este es del tipo de libros que empiezas a leerte sin razón aparente, y por supuesto sin ningún tipo de conocimiento ni idea previa de su calidad o su tema. Creo que simplemente me lo compré porque salía barato y estaba de oferta, y ya que me estaba comprando otra cosa, cayó también este.
Y la sorpresa es agradable. Aunque a veces falla en el tono, que oscila entre lo súper serio de la muerte y lo humorístico, con mucha relación extraña padre-hijo a lo
John Le Carré del que, aparentemente, no he leído nada desde que estoy escribiendo en esta Atalaya, y ya hace años... Y por supuesto, mucha mezcla entre fantasía urbana y servicios secretos a lo
Stross, del que sí he hablado repetidamente por aquí, aunque no tanto como debiera.
La historia comienza con un agente que inicialmente parece sólo torpe pero que eventualmente resulta ser víctima de estrés post-traumático (de ahí ese cambio de tono que a veces chirría: no sabes si echarte unos jajas o que de penica) que va destinado a una
sección 36 compuesta por una sola persona y que se encarga de todo tipo de rollo sobre natural que afecte a los pagos gobernados por Su Majestad Británica. La historia comienza muchos años antes, durante la guerra fría, y continúa más o menos en el día de hoy, con algo que puede acabar con la humanidad toda, o si no, con la mejor parte de ella, la ciudad de Londres, lo que sería de muy mal gusto antes del Brexit y/o de que yo pueda ver
Hamilton. Los personajes secundarios están bien dibujados, pero a veces un poco desperdiciados. Usan mucho del punto de vista de un personaje secundario y su dibujo bien perfilado, para cargártelo y no volver a verlo.
Así que no es perfecta. En general, cuando encuentra el tono, resulta eficaz y, sobre todo, está bien resuelta y es entretenida. Así que le daremos cuatro estrellitas, y apuntaremos al autor,
Guy Adams, para futura referencia.