2018-07-10 11:42
Voy a empezar por lo que no me gusta de este libro. El título.
No es que me desagrade, es que
Lorenzo Silva nos tiene acostumbrado a que sus títulos, una vez terminado el libro, te provoquen una sonrisa del tipo "Ajá".
El alquimista impaciente, por ejemplo, contiene una ironía y una capacidad de síntesis que es difícilmente superable. Los múltiples significados de
La marca del meridiano hacen que uno revisite, una y otra vez, los temas principales de la novela.
Es muy posible que no haya encontrado las referencias y polisemias de este título, que, una vez más, lleva a Bevilacqua y Chamorro al campo de Gibraltar (y al mismo Gibraltar, de hecho), para investigar el secuestro de un informático que, además, estudió en
Granada. Como siempre suele suceder, el tratamiento de todos los temas es absolutamente impecable. El autor se mueve con soltura tanto por foros de
carders como por las persecuciones de narcos en la bahía de Algeciras. Lorenzo Silva es, posiblemente, el mejor, si no el único, escritor de
procedurales del país y el oficio se nota. Vila es, para mi, el
Harry Bosch español, y con los dos disfruto todas y cada una de las novelas.
Harry Bosch tiene la suerte de no tener que navegar por las procelosas aguas de la administración española; a cambio, los delincuentes con los que se enfrenta reparten hostias como panes. Vila y Chamorro rara vez tienen que desenfundar la pistola o dar guantás con mano abierta; siempre cerca de la acción, pero también separados de la misma, por lo que la fuente de tensión viene de otros lugares. En este caso, la tensión sexual no resuelta entre Vila y Chamorro, pero también las difíciles relaciones con la superioridad y, por supuesto, la ausencia de avances en la resolución del crimen.
Hay que alabarle, también, las menciones de series y temas musicales.
In Hell I'll be in Good Company es una maravilla, y te puedes imaginar a Vila silbándola mientras vuelve de un interrogatorio. En resumen, que hay que leérsela. Y la anterior de la serie también, que la tengo todavía por ahí pendiente.