2018-08-21 18:52
A los habituales seres humanos no spammers que visitan esta cuenta no les resultará una sorpresa otra novela de Michael Connelly. La vi en el aeropuerto de Málaga según salía de viaje con
un libro ya casi terminado y me lo pillé; me ha costado un poco más que un viaje leérmelo. Los libros del detective Bosch son así: se consumen con rapidez y con ganas.
Este, además, es de los últimos, publicado en 2017, después de
aquello. El detective Bosch es ya viejo zorro, trabaja a tiempo parcial en el departamento de policía del
Valle de San Fernando, tratando de resolver casos antiguos, cuando se encuentra con tres problemas a la vez: se solicita la exoneración por nuevas pruebas de una persona a la que él había enviado a la silla eléctrica o lo que sea que usen actualmente en el estado de California donde, sí, todavía existe la pena de muerte; busca a una mujer que desapareció, dejando a su hijo en la cuna y, estando en ello, sucede un doble asesinato (un
double-bagger, dos bolsas del forense) en una
farmacia en el mismo Valle, que tienen que ponerse a investigar.
En el primer caso, Bosch busca la ayuda de su medio hermano, Mickey Haller, que es además su abogado. En el segundo no sucede prácticamente nada, pero sirve para justificar el título. Y en el tercero, Bosch acaba teniendo que ir camuflado, haciéndose pasar por un viejo adicto a los opiáceos. No es algo habitual en la serie de Bosch, pero el escenario le sirve a Connelly para presentar
la epidemia de adicción a los opiáceos,
hillbilly heroin le llaman, que asola a los Estados Unidos pero que crea, en sí, todo una economía a su alrededor en la que demasiada gente sale beneficiada de la adicción, desde las farmacéuticas que venden laxantes hasta las clínicas de rehabilitación a 1800$ por semana.
La novela, en si, procede con el paso y arte que es habitual en Connelly, pero todo resulta un tanto predecible. No hay ningún giro demasiado inesperado, tampoco conexión entre las tres tramas, y da la impresión de que es sólo una puesta en escena para
la siguiente novela, donde Bosch continúa una trama empezada en esta.
¿Imprescindible? No. ¿Interesante? Siempre. Por eso no dejo de leer a Connelly.