2018-09-03 06:32
Como estoy de vacaciones, ni enlace al libro en Amazon ni nada. Un
Hiaasen es un autor injustamente dejado de lado frente a otros grandes de la novela negra, como Connelly o Harlan Coben. Quizás porque mezcla géneros: son historias de crímenes, pero mezclado con humor basado en situaciones y en personajes, con un toque siempre algo
gore. Los personajes suelen ser personas caídas en desgracia, con varias ex-parejas que, a su vez, están saliendo con otras parejas totalmente inadecuadas, y siempre se suelen situar en la zona de los Cayos, al sur de Miami, con parte de la mezcla étnica de esa zona, pero sin el
glamour.
Esta novela, que me compré en la librería de viejo que aparece arriba por una libra, corresponde a todos los cánones de la misma. Tagger, que ha sido degradado a escritor de esquelas en un periódico, recibe la noticia de la muerte de Jimmy Stoma, de una banda que él conocía y admiraba. Aunque las circunstancias de la muerte parecen poco sospechosas, la actitud de la viuda y su entorno le huelen mal, como viejo reportero de investigación degradado a esquelador (o como se diga) que es.
Por la novela pulula la hermana del difunto, de profesión actriz de webcam, la editora, un marielito que es escritor de deportes en el periódico y sus novias (una de ellas neurocirujana), políticos corruptos, empleados de funerarias corruptos, fiscales honrados y antiguos escritores de esquelas llamados Ike.
Es un friso que se erige, sobre todo, en una oda a la profesión del periodismo y cómo sirve como contrapeso de la corrupción política, o incluso como únicos interesados en esclarecer casos como el de la muerte de este cantante punkie olvidado.
Que se aplique a la profesión periodística no quiere decir que se aplique en todos lados. En nuestros país, si no lo aclara la UCO, no hay quien aclare los crímenes. Los periodistas bastante tienen con asistir a las ruedas de prensa que da la policía o, si es en verano, en enviar al becario. Pero en los Estados Unidos tienen esa suerte. También tienen más crímenes. Y más periódicos.
Con agenda o sin ella, merece la pena leer a Hiaasen. De hecho, me he comprado otro libro de segunda mano. Este lo dejaré en el apartamento que hemos alquilado en Venice, para el siguiente propietario.